sábado, 27 de mayo de 2017

Soy la Hija de mi Mamá



Esta historia la tomé de internet hace muchos años, no recuerdo el sitio donde la tomé. Originalmente eran escasos unos 10 renglones, mi imaginación la hizo un poco más extensa. 



Yo sabía que mi mamá siempre había deseado tener una hija y, en lugar de eso fuimos tres varones, siendo yo el más pequeño.  Este hecho hacía que en ocasiones mi mamá me decía que yo debería haber sido una niña. Como yo era el más chico, sobre mí venían las lamentaciones de mi mamá, eso nunca se lo dijo a mis hermanos. Eso de cierta forma me hacía sentir culpable, pero, yo no tenía la culpa de haber sido hombre.  Quiero aclarar que nunca hubo acoso ni abuso de parte de mi mamá para mi feminidad, como lo comentaré más adelante, yo siempre estuve de acuerdo.  No puedo 
Para mi era común usar faldas.

recordar cual fue la primera vez que me pusieron un vestido, pero era cada seis meses más o menos, siempre había algún pretexto por la cual tenía que usar una falda o un vestido, por ejemplo, para el carnaval, incluso en tres ocasiones para el concurso de disfraces por el día del niño en mi escuela, que por cierto gané las tres veces que me disfracé de niña. Insisto, siempre con mi anuencia. Por esta razón yo crecí sin tener esa fobia típica de los niños por la ropa de niñas. 

Un lunes por la mañana, poco después de mi catorceavo cumpleaños, mi mamá no quiso que fuera a la escuela, ya que el día anterior había pescado una infección en la garganta y mi voz apenas si me salía. Pero ya me sentía muy bien y mi voz ya era casi normal.  De todos modos fuimos al médico que me recetó un antibiótico.  En el viaje de vuelta a la casa mi mamá hizo una escala en el supermercado para comprarme unos pantalones nuevos, pues ya no me quedaban los otros. Al ir a las cajas para pagar, pasamos por la ropa de jovencitas, estaba en oferta una gran gama de faldas y vestidos del tipo que habían puesto de moda la película de vaselina, como la que uso Olivia Newton en la película. Mi mamá se paró para admirar las faldas y los tops, estuvimos un buen rato comentando las diferentes prendas, no lo voy a negar, desde ese entonces me gustaban las faldas y vestidos, pero no tanto para ponérmelos, simplemente se me hacían bonitos, después de un buen rato nos fuimos a pagar y fuimos almorzar a uno de los restoranes del mismo centro comercial,

Durante el almuerzo vi a mi mamá un poco excitada, como que me quería decir algo pero no se atrevía.  Cuando al fin íbamos en el coche a la casa me dijo –oye hijo, mañana quiero ir a visitar a una vieja amiga de la escuela y me gustaría que me acompañaras, claro que tendrías que faltar a la escuela, ¿qué te parece? Le conteste que
Saliendo de una fiesta de día de muertos
con gusto la acompañaría a visitar a su amiga.  Entonces me dijo, tendrás que tener ropa elegante, así es que dio la media vuelta y regresamos al centro comercial.  Viendo la ropa de jovencitos por diez minutos de repente dijo mi mamá ---¡Oh! Si solo pudiera comprarte algo de ese lado de la tienda --- moviendo su cabeza hacia el departamento de jovencitas. Antes de que yo pudiera contestar, mi mamá hizo el siguiente comentario ---yo te dejaría el resto de la semana en casa, no tendrías que ir a la escuela— Ella sabía que esa semana en la escuela, realmente era una semana de visitas aburridas donde nos hablarían de diferentes temas, como las vacunas y otras cosas que mi mamá se encargaba de enseñarme, además,  siempre que daban esas pláticas yo me aburría enormemente, así es que la oferte de mi mamá era muy tentadora.  Ella me miraba y preguntó en un susurro, estas de acuerdo. Moví la cabeza afirmando, recuerdo la cara de alegría que puso mi mamá.  Rápido nos fuimos al departamento de jovencitas y mi mamá parecía una niña en una dulcería, viendo las faldas, vestidos pantalones y demás ropas. Entonces la paré y le dije ---Muy bien mamá, he aceptado, pero yo escojo la ropa, pues no me guata mucho tus gustos--- mira lo que estas viendo, ella tenía en sus manos un vestido rojo absolutamente horrible, parecía una falda de flamenco, entonces se río y me dijo, bueno escojamos entre los dos. Pasamos como dos horas escogiendo mi ropa. Al fin compramos un vestido sencillo color blanco, con pequeños puntos en azul marino, con una falda circular y mangas a medio brazo. Lo tomó del estante y volteo para ver que nadie nos miraba, entonces ella lo sostuvo sobre mi para ver que si me quedaba. Le dio el vestido a la dependienta y se dirigieron a la caja para pagar, entonces la dependienta le dijo que en la compra de ese vestido estaba incluida una crinolina, entonces la dependienta fue a una vitrina y sacó una crinolina, la saco de la bolsa de plástico y la extendió para que mi mamá le diera el visto bueno.  Pagó mi mamá y al darle las cosas la dependienta le aconsejó a mi mamá, que antes de usar la crinolina la lavara para que así los pliegues quedarán correctos e hiciera su función de hacer hampona la falda del vestido, entonces salimos de la tienda. En ese momento me di cuanta que había aceptado que me compraran un vestido para mi y además, que lo usaría al día siguiente para ir a la casa de la amiga de mi mamá ¡ooooh! Me dio un escalofrío y una punzada en el estómago, porque aunque en otras ocasiones me había puesto faldas, nunca había salido de mi casa con ellas.

El martes en la mañana, tan pronto como mi papá se fue a trabajar (él no tenía conocimiento de los planes de mi mamá) y mis hermanos a la escuela, mi mamá fue a despertarme y me llevo a al baño de su recámara para que me diera un baño de tina, ya estaba todo listo, el agua estaba templada y con los aceite perfumados que mi mamá usa cuando se baña.

Al salir del baño todo limpio y fresco entré a mi cuarto y mi mamá ya tenía planchado el vestido y estaba terminando la crinolina; el vestido colgaba en la parte posterior de la puerta.  "Tu ropa interior esta en el sofá, comienza a ponértela" ella me dijo mientras que caminaba dentro del cuarto, titubeé un poco y en eso mi mamá me pregunto ¿No has cambiado de idea? Porque si es así, no hay problema, yo sabía lo que significaba para mi mamá y a demás, yo lo tomaba como un juego, así es que caminé firme al sofá y tomé las pantaletas blancas y me las puse, de reojo vi la cara de satisfacción de mi mamá.  En seguida me puse el brassiere y la camiseta que hacían juego con mis pantaletas, seguido un par de tobilleras blancas. Después me puse el vestido y caminé sintiendo estas telas suaves, con la mirada cariñosa de mi mamá mientras que
ella continuó planchando. "amor casi ya esta listo, dijo ella, desenchufó la plancha y llevó a cabo el inmaculado planchado de la crinolina. Con mucho cuidado la puso abajo junto a mis pies y cuidadosamente me la fue subiendo hasta mi cintura la ajusto muy bien y después bajo la falda del vestido para que se acomode y cuelgue correctamente. Toda vía tengo en mi memoria el recuerdo de lo maravilloso que sentí toda aquella ropa, pues esto era muy diferente a las otras ocasiones que me llegue a poner faldas, además era increíble que de aquel paquete pequeño que nos entregó la dependienta pudiera salir este atuendo tan hermoso. Entonces mi mamá hizo algunos ajustes de menor importancia, inmediatamente me sentó en su tocador y me puso un poco de maquillaje, me pinto mis uñas de un color rosado, lo mismo hizo con mis labios, entonces quedé listo o, debo decir lista, porque cuando me vi en el espejo no me estaba viendo yo, estaba viendo a una jovencita de 14 años, que por cierto se me hizo muy atractiva.
De repente estaba a fuera, en el mundo ancho grande, con todo un atuendo femenino, ¿cómo era posible esto?  La mirada de orgullo y amor en la cara de mi mamá me hizo sentirme toda vía mucho mejor, pues aparte de que me gusto mi atuendo, sentí que le estaba cumpliendo un deseo a mi mamá que tenía desde que era niña. Además, me sentía grande, el sentirme tan fresco, tan cómodo, TAN BIEN con toda esta ropa. 

Durante la caminata de diez minutos a la estación del tranvía, la falda de mi vestido se movía muy hermosa y la sensación que sentía era indescriptible. En el camino, vi que venía hacia nosotras la
Caminando por la calle a la casa
de los amigos de mi mamá.
señora Sonia, una vecina de dos casas adelante de la de nosotros, quise detenerme,  pero mi mamá me tomó del brazo y me obligó a seguir caminando y me dijo, Sonia ya te ha visto en otras ocaciones vestido de niña, así que por favor sonríe, sí me ha visto, le dije, pero no como ahora, llegamos y se saludaron, hola Sonia cómo estas, bien Martha y tú, bien también. Y esta hermosa chica ¿quién es? Entonces mi mamá le dijo, no la reconoces, es Fer, abrió los ojos y me dijo, ahora sí que pareces una chica real Fer y muy bonita. Has progresado mucho, yo estaba rojo como jitomate. No te de pena, malo que te vieras como un chico en faldas ¿no crees? Me dijo Sonia. Solo asenté la cabeza, en eso se pusieron a platicar de otras cosas.

Tomamos el tranvía, iba lleno, así es que tanto mi mamá como yo viajamos paradas, en eso un señor amable le cedió su asiento a mi mamá, me puse junto de ella. De repente sentí que alguien me tocaba el hombro, resulta que era un chico más o menos de mi edad, y me indicaba que se acababa de desocupar un asiento, le dije que no, pero mi mamá insistió que le hiciera caso. Así es que agarrándome hasta con las uñas, empecé a desplazarme para ir al asiento, entonces el chico me tomó del brazo y me ayudó a sentarme, le di las gracias. Obviamente empezó a hacerme preguntas, que si viví donde subimos al tranvía, que a donde íbamos, como me llamaba,  solo le asentaba la cabeza, y cundo le contesté mi nombre, simplemente le dije Fernanda. En eso vi a mi mamá y tenía una expresión muy pícara. Al bajar del tranvía, mi mamá me empezó a molestar, que ya tenía un pretendiente, yo empecé a enojarme, entonces mi mamá me dijo, no te enojes Fer, esto solo te comprueba que ante los ojos de mundo te ves realmente como mi hija. Esta bien mamá, en eso llagábamos a la casa de la amiga de mi mamá.

Salió Amelia a recibirnos, como tenían mucho tiempo de no verse, tardaron un poco en saludarse, abrasarse y besarse en la mejilla.
Oye Martha, al fin conozco a tu hija, que tanto me has presumido, me tomó de la mano y me hizo que diera un vuelta, pues Fernanda, estas muy bonita, gracias, le contesté, yo pensaba que no existías, pues las pocas veces que nos hemos visto tu mamá y yo, es la primera ves que te veo, solo sonreí. En cuanto llegó el esposo de Amelia, nos sentamos a comer, yo estaba bien aleccionado para que mis movimientos fueran completamente femeninos al comer. Eso lo admiró Amelia, me dijo que su sobrina que es de mi edad, parece un chico al comer, siempre manoteando y poniendo los codos sobre la mesa, en fin, muy marimacha. Nos sonreímos y mi mamá le dijo que me enseñaba a ser una niña lo más posible. Después de comer sigue una sobremesa bastante larga, pues mi mamá y Amelia no dejaban de hablar de cuando estuvieron en la secundaria. Yo aprendí muchas cosas que mi mamá que hizo en esa época, eso modificó para bien el concepto que tenía de mi mamá.

Antes de irnos, mi mamá nos solicitó a Amelia y a mi que nos tomáramos unas fotografías. Como no había nadie, yo les tomé una a las dos amigas y Amelia insistió en tomarnos una de mi mamá conmigo. 

Todavía tenemos esa fotografía; nadie ha notado que esa hermosa jovencita soy yo. Yo y mi mamá atesoramos esa foto más que cualquiera otra cosa. Un recuerdo de cuando un día fui una linda chica vestida a la moda. Cabe decir que su amiga y su esposo hasta la fecha piensan que soy la hija pequeña de mi mamá.

Obviamente mi mamá se dio cuenta que me gusto mucho ese paseo a la casa de su amiga.  Al llegar a la casa me propuso mi mamá que pasáramos el resto de la semana como mamá e hija, acepte gustosa.  Salimos inmediatamente al centro comercial para comprarme más ropa y a que me cortaran el pelo con un corte más femenino de cómo lo traía.
Me compró dos faldas, tres vestidos, dos pares de zapato, tres juegos de ropa interior, un “kit” de maquillaje, además fuimos a la joyería y me perforé los oídos, para poder usar esos aretes tan hermosos que tenía mi mamá. El caso es que toda esa semana vivimos el sueño de mi mamá y, que ahora también era mío. Esto lo repetimos cada vez que papá y mis hermanos se ausentaba de la casa, que era más o menos regular.
Con el paso del tiempo, mi guardarropa empezó a crecer en faldas, vestidos, zapatos, lo mismo que mi ropa interior.

Ahora que soy grande y estoy casado, de vez en cuando mi esposa y yo vamos a visitar a mi mamá que ahora vive sola, y salimos las tres al cine y a cenar, me gusta de ves en cuando ser la HIJA de mi mamá.

Saludos amigas, espero que les haya gustado esta historia.

Les mando un                                    y  un
Beso Tronador
Abrazo de Oso

1 comentario:

thalia rosita dijo...

todos los niños, jóvenes, hombres, deberían de probar, por lo menos una vez al año, vestirse, y arreglarse completamente como niña, chica o mujer, con nombre de mujer y actuar como mujer, para encontrar su lado femenino, y tal vez descubran muchas cosas. Dejar salir esa parte femenina que todos los niños, jóvenes y hombres llevan dentro reprimido o inconsciente. De pronto descubran no solo nuevas sensaciones, gustos, afectos, incluso pueden descubrir, que en la vida “real”, están atrapados en la parte que no les corresponde, o tal vez, se den cuenta, que eso no es lo suyo, que no les atrae y ya, no paso nada.

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