martes, 28 de marzo de 2017

La Fotografía




Estimadas amigas, hoy les traigo una historia real que me cautivó mucho, contada por la misma autora de los hechos, la encontré en Internet hace muchos años, le hice pequeñísimas correcciones de estilo (prácticamente nada). Traté de localizar a la autora, pero desgraciadamente fue imposible, solo sé que su nombre es Lizbeth Anahí. Espero que la disfruten mucho.
En mi casa de Mérida, 1985

La fotografía.

Yo era una niña, o un niño mejor dicho, bastante inquieto.  Todo empezó cuando yo tenía cerca de 8 ó 9 años. Desde siempre todos me habían dicho que me parecía mucho a mi papá, cosa que a mí me molestaba, pues él se había ido cuando yo apenas tenía 5 años. Por otro lado había quienes me decían que me parecía a mi mamá, y aunque al principio me sentía raro... es decir, ¿cómo yo, un hombre, me voy a parecer a mi mamá que es mujer? Al final acababa agradándome la idea, y me sentía completamente orgulloso de ser el hijo de mi mamá y parecerme a ella. Pero ojalá todo hubiera quedado en un simple comentario, de no ser por el día que reflexioné sobre aquella fotografía. 
Desde muy chicos, mi mamá nos mostraba a mi hermana y a mí sus álbumes de fotografías, en las cuales aparecía ella de niña. Era sorprendente ver el gran parecido que tenía yo con mis tíos, y mi mamá con mi hermana. Más bien parecía que éramos nosotros, y no ellos, los de las fotos. Pero había una en particular... creo que mi mamá tendría 10 ó 12 años, pero su parecido conmigo era enorme. Era prácticamente yo vestido de “Guare”  (guare es el adjetivo de un grupo de indígenas de Michoacán) sentado en el piso en el centro de una fotografía blanco y negro. Me daba mucha curiosidad esa foto, y poder pensar que realmente era yo. Incluso una vez, uno de sus conocidos que vio la foto, exclamó:
—¡Que bárbara! ¿Cómo pues vestiste a tu niño de “Vieja”?
Oír eso hacía que sintiera mariposas en el estómago.
Niña con su traje de Güare
Cierto día que me encontraba mirando aquella fotografía, que quedé hipnotizado viéndola, pasando mil y una ideas por mi cabeza. Mi mamá lo notó y me preguntó qué que pasaba. Le pregunté entonces, de una forma muy “Boba” e inocente, si la persona en la fotografía era ella o yo. Dejó salir una tímida risa, y me respondió que lógicamente era ella, y luego me preguntó el porqué de mi duda. Me quedé pensativo un rato más y entonces le pregunté si me podría ayudar a hacer un experimento con esa foto. La propuesta era tratar de feminizarme un poco, (Aunque los niños pequeños sean andróginos) para que en el día de la “Virgen de Guadalupe” vestirme de “guare” y tomarme una fotografía en la misma posición y comparar ambas fotos.
Yo en traje de Güare
(obviamente "Potoshop")
Lo primero que recibí fue un rotundo ¡NO! Pero la espinita se quedó clavada en la mente de mi mamá y le dio varias vueltas, hasta que finalmente accedió, dejando muy claro que solamente se trataría de un juego. Todo iba a ser muy sencillo, lo único y realmente trabajoso iba a ser dejarme crecer el cabello. Entonces, por éste pequeño detalle, el plan no se iba a llevar a cabo en ése diciembre, sino hasta al siguiente, tomando en cuenta que apenas estábamos en Abril. Así que en realidad iba a ser muy fácil. Solo había que esperar ese tiempo a que me creciera el cabello, y cuando llegara el momento me comprarían la ropa, me harían mis trencitas, y me tomarían la foto. Después todo volvería a la normalidad (sí, como no).
Y entonces así lo empezamos a hacer. De momento dejamos de hablar de ello, como si lo hubiéramos olvidado. Pero para mí era imposible olvidar esa sensación que me provocaba la sola idea de vestirme como mujer... simplemente la de traer el pelo largo me provocaba mucha excitación, pero de esa excitación emocional, que nada tiene que ver lo sexual. Transcurrido un mes, empezó la lucha por navegar contra la corriente, porque cuando apenas se me empezaba a alargar el pelo, ya me estaban mandando a cortármelo. Yo intentaba recordarle a mi mamá lo del experimento, mientras ella me trataba de convencer de que eso no estaba bien y que me veía mal. Me intentaba convencer de que llegado el momento me rentaría una peluca, pero yo insistía en que no sería igual, que con mi propio cabello. Al final, parece ser que yo gané, y mi mamá solo me dio el “Avionazo”.
Aproximadamente para Octubre empecé a tener problemas en la escuela, pues ya eran casi 7 meses de haberme dejado crecer el cabello. Aunque ya lo tenía bastante largo, apenas se me alcanzaba a hacer una diminuta colita de caballo, que la verdad, no lucía. Pero los maestros me reprimían mucho con el “Reglamento” de la escuela, amenazándome con no dejarme entrar a clases si no me lo cortaba. A esto, mi mamá acudía a la escuela para objetar esas amenazas, y aclarando que era decisión de “Ella” que yo usara el pelo largo. Era de reconocer, que aunque en realidad no estaba muy de acuerdo con el “Experimento”, mi mamá se esforzaba en darme gusto y no dejar que nadie me lastimara por mis ideas. 
Pasó el tiempo sin novedad, mi pelo seguía creciendo, y mi “Cola de caballo” lucía cada vez mejor. Más o menos para el mes de junio del año siguiente, nos encontrábamos con mi mamá practicando algunos peinados que se podían hacer con mi cabello ya un poco más alargado, viendo tanto modelos de peinados masculinos como femeninos. De pronto ella se dio cuenta de un detalle que casi se nos pasaba... corrió en busca de la fotografía y me mostró para que yo también me diera cuenta de ese pequeño detalle... ¡Los aretes! Ya que faltaba tan poco para poder llevar a cabo el experimento fue que nos dimos cuenta, pero fue justo a tiempo. Aunque para mí, ya hasta se me estaban quitando las ganas, de solo pensar en las burlas que ya recibía por algunos de mis compañeros por traer el pelo largo, no me podía imaginar regresar de vacaciones con las orejas perforadas. Pero después de todo, lo hice, y fue mi mamá quien se encargó de hacerme los agujeros con los mismos aretes que usaría a partir de ese momento hasta que llegara la hora de “El gran Día”. Se trataba de unos pequeños brillitos, piedritas, o diamantitos, creo, que apenas se podían ver de lejos, y que tenían el pabilo de oro para evitar alergias o infecciones, y que en el extremo de atrás, se atornillaban con una esferita dorada. Contrario a lo que esperaba, la agujerada no me dolió nada, pero después, de tenerlo mucho tiempo abierto si me empezó a doler, pero pasó pronto.
Cuando regresé de vacaciones, los brillitos en mis orejas, que yo creía que nadie notaría, los percibió toda la escuela, y tal como lo esperaba, las burlas comenzaron a llover. Lo peor vino cuando me enteré de quién era mi nueva maestra, la mujer más intolerante que he conocido, además de regañona, ignorante, malvada, y... y... y... ouch, de no ser porque es importante para la historia, ni me acordaba de ella. En fin, ella fue de quienes más acentuaron sus burlas y su inconformidad hacia mi apariencia, cada vez más femenina. Y todo hubiera quedado allí, pero después de una semana de clases, el viernes antes de salir me llamó a su escritorio, y me hizo un comentario. Me dijo que para el lunes tenía dos opciones, o iba sin aretes y con el pelo corto, o me tendría que presentar usando el uniforme de las niñas, de lo contrario no me aceptaría en su clase.
Ese comentario me asustó, además de confundirme, entonces se lo comenté a mi mamá. De por sí, ella ya estaba muy inconforme conque me hubiera tocado esa maestra, así que cuando le conté lo que había pasado, se puso furiosa. Pero luego lo tomó con calma y me preguntó qué era lo que yo quería hacer. Si dábamos por terminado el experimento y hacíamos un arreglo para tomar la foto ya, y terminarlo de una vez por todas, o seguirle el juego a la maestra para callarle la boca. Me insistía mucho por que tomara la primera opción, pero muy en el fondo, ella deseaba que eligiera la segunda para poder hacer algo en contra de la maestra, además de que, como ya había dicho antes, ella consideraba mucho mis sentimientos y haría lo posible por darme gusto. La verdad, la primera opción a mí no me entusiasmaba mucho, y aunque mi idea era seguir con el experimento era la idea original, la segunda opción implicaba ir durante casi tres meses a la escuela vestido como niña, siendo que la idea original era hacerlo solo una vez. Lo estuve pensando mucho durante la tarde, y en la noche antes de dormirme, llegué a una decisión. Si, ya se lo deben imaginar. La idea de lucir como mujer durante más de un día, de crear esa clase de engaño, iba a ser un experimento mucho mayor, y la excitación emocional que eso me provocaba era mucho muy enorme. En realidad lentamente fui desando hacerlo. Así que al acostarme, antes de dormirme le comuniqué a mi mamá que elegía la segunda opción.
Bailable de las Güarecitas. 

Al día siguiente me levanté con un hormigueo en el estómago. Lo primero que hicimos fue probarme uno de los uniformes de mi hermana, que es más pequeña que yo, y lógicamente no me quedó. Me quedaba muy apretado de la cintura, entonces no había más remedio que ir a comprarme uno a mi medida. Me mandó entonces a ponerme un juego de Pants deportivos, y obviamente todo el juego completo, con calcetas y zapatos Tenis. Cuando salí de cambiarme, mi mamá me estaba esperando con una silla al centro de la sala, y su equipo de estilismo. Me dijo que me sentara, y una vez hecho, me cubrió la ropa con un plástico, y se dispuso a cortarme el cabello. Al principio me asusté, pues pensé que definitivamente me lo iba a cortar todo, pero luego ella me tranquilizó diciéndome que solo me lo iba a emparejar para darle una forma más femenina. Y así lo hizo, me le dio una forma mucho muy bonita y me dejó un coquetito copete. Ya me veía ahora si como toda una niña, pero mi mamá aún no había terminado. Una vez listo mi corte de pelo, me amarró un listón para recogérmelo, y al finalizar me hizo un moño, luego con un cepillo redondo, me enchinó el copete, con una cuchara me enchinó las pestañas, y luego me quitó los aretes y me puso unas arracadas de mi hermana. Aunque el arreglo de mi cabeza no iba muy bien con la ropa deportiva que llevaba, en realidad me veía muy bien, nadie que me viera podría asegurar que yo fuese un niño, o que no fuera una niña. 
Con una corriente eléctrica recorriéndome el estómago salimos a la calle en busca de mi nuevo uniforme. Buscamos por varias tiendas, obviamente buscando el precio más accesible. Finalmente encontramos un lugar en donde no estaba del todo mal, y allí compramos mi nueva blusa y mi jomper completo, es decir, mi falda con su peto y mi suéter. Después salimos a otra tienda donde me compraron algo de ropa interior y varios juegos de calcetas. Por último visitamos una zapatería donde me compraron mis zapatos de charol con hebilla. Ya que teníamos todo listo nos dirigimos a un restaurante para almorzar, pero en el camino nos encontramos con una tienda de ropa para niñas donde exhibían unos vestidos preciosos. Mi hermana menor, entonces, comenzó a pedir un vestido para ella, ya que me estaban prestando mucha atención a mí. Mi mamá lo pensó y decidió que era razonable, pero también se acordó que si yo iba a tener que vestir como niña, iba a tener que aprender a usar ropa de niña, por lo que nos compró vestidos gemelos a mi hermana y a mí, solo que el de ella rosa y el mío azul. Una vez en el restaurante, mi mamá me llevó al baño de damas y me ordenó que me cambiara y me pusiera el vestido, unas calcetas y los zapatos nuevos. Cuando terminé de vestirme, me miré en el espejo y quedé impactado, o más bien impactada. Me veía completamente como una niña.
Bajamos al comedor de nuevo, y allí ni mi hermana ni mi abuela podían creer lo que veían. No se cansaron las tres de piropearme y hacerme halagos sobre lo bonita que me veía. Inmediatamente empezaron las lecciones, para empezar como caminar, como sentarme, como manejar mi cabello mientras comía, que decir, que no decir... en fin... Uff, más que convertirme en una pequeña estudiante de 6º de primaria parecía que me iban a convertir en toda una princesa y, me iban a presentar en el palacio de Buckingham. Eso fue el sábado y el Domingo, todo el día de aleccionarme para ser toda una señorita.
El lunes, mi mamá me llevó a la escuela y me presentó a la Directora, explicándole todo lo que había pasado. La Directora, al igual que mi mamá se puso Furiosa, pero, igual que mi mamá, lo pensó bien y lo tomó con calma. Mandó llamar a la maestra. Cuando ella llegó se sorprendió de vernos allí, y más se sorprendió por mi apariencia, de hecho al principio no me reconoció. La Directora le explicó con mucha calma, que se habían cumplido sus disposiciones, y que aunque ella no estaba de acuerdo, ella y mi mamá habían acordado que se le iba a imponer una sanción económica y que le iban a encargar, que no querían recibir una sola queja de mí, o cualquiera de mis compañeros, ya que de lo contrario la iban a denunciar por practica indebida de sus funciones y por maltrato y abuso de los niños. Así que ella se debía encargar de que, ya que estaba cumpliendose con una “Sanción” impuesta por ella, ninguno de mis compañeros me hiciera sentir mal y menos ella misma. ¡Claro que cuando yo me quejara se iba a analizar la situación! No me iban a valer cualquier berrinche para correr a la maestra.
Lo siguiente fue presentarme en mi salón con mis compañeros. A todos les sorprendió, pero en cierta forma lo tomaron muy natural, pues mi apariencia ya era muy femenina antes de llevar puesto ese uniforme. Lo que sí noté que cambió, fue que los niños ya no me llamaron a jugar con ellos, pero las niñas sí. En fin. Yo me adapté rápidamente a éste cambio, incluso empecé a usar vestidos cuando estaba en casa. Lo recuerdo, esos primeros tres meses fueron fantásticos. Hasta que finalmente llegó el Gran Día.
Una semana antes, mi mamá me llevó de compras para comprarme mi traje de Güare. Unas sandalias, una falda Negra larga con un mandilito blanco con olanes rosas, una blusa blanca Bordada a mano, mi Reboso y un montón de collares y pulseras. El Gran Día me arreglaron toda, me pusieron unos aretes muy grandes y, por primera vez me ponía maquillaje, lo cual me fascinó completamente, y también me peinaron de trencitas. Al mirarme al espejo ya era yo toda una “María Candelaria”.
Salimos al centro a disfrutar de la Fiesta, y luego fuimos al Templo a dar gracias a la Virgen. Luego de eso llegamos a casa y dispusimos todo para poder tomar la fotografía. Mi mamá fue la encargada. Fue fácil, solo me acomodé en el piso, Click y ya, ahora solo quedaba que yo volviera a la “Normalidad” y revelar la foto.
Esa noticia me puso muy triste, pues de verdad yo había disfrutado de ser mujer, y por así decirlo, me había enamorado de mí misma. Ahora me rehusaba completamente a cambiar, no quería dejar de ser como era ahora. Mi mamá se preocupó ante mi actitud y me llevó a ver un Psicólogo. Él determinó que efectivamente yo era Transexual, y que lo mejor que podían hacer era empezar un tratamiento hormonal, y dejarme seguir viviendo como hasta ahora. Y aunque si era recomendable hacerme la operación, eso no era posible hasta que yo cumpliera la mayoría de edad. Según el Doctor, esto iba a pasar tarde o temprano, solo necesitaba un detonante, y en éste caso fue la fotografía y el castigo de la maestra. Ahora había descubierto mi verdadero yo, y con el apoyo de mi mamá y mi abuelita fue mucho más fácil (que nunca dejó de ser difícil) .
A partir de entonces he vivido como mujer y mis amistades me conocen como Lizbeth Anahí

Espero que les haya gustado esta historia, que insisto, la tomé hace muchos años de internet.
Mi terno, traje de gala de Yucatán
2006

lunes, 27 de marzo de 2017

La Niñera

Junto a mi amada Torre Latinoamericana,
somos de la misma edad, ambas nacimos
en 1950
Soy un estudiante de segundo año de secundaria. Años atrás mi mamá sufrió un accidente automovilístico y nos quedamos solos mi hermana, mi papá y yo. En ese entonces yo tenía seis años, mi hermana 11 años, es cuando ella empezaba a cambiar su cuerpo y se veía muy bien.  Mi papa fue quien nos crió, Martha se encargaba principalmente en cuidarme.  Cuando tenía 8 años, mi hermana tenía ya muchos compromisos, tomaba lecciones de natación, leía libros a los niños en la biblioteca, lo mismo en una clínica de reposo para ancianos. Por esta razón la mayoría de los días yo llegaba dos horas antes que mi hermana.  Esas dos horas eran muy tediosas para mi, pues me aburría mucho, empecé a curiosear las recámaras de mi papá.  Empecé poniéndome los zapatos el saco y la pipa de mi papá, entonces me ponía a jugar a que yo era un banquero.  Cuando veía que Marta estaba por regresara a la casa, me quitaba todo y lo guardaba con el máximo cuidado, ya sabía que si mi papá se enteraba que agarraba su pipa me iría muy mal.  Un día al regresar e iniciar la rutina, se me ocurrió entrar a la recámara de mi hermana,  empecé a curiosear, sus cosas de la escuela, una cajita que tenía la abrí y me di cuenta que eran cosas que le daban sus amigos de la escuela. Después vi su diario, pero no me atreví a velo, aunque la tentación era grande. Entonces para olvidarme de eso empecé abrir sus cajones de la ropa. Entonces me llamó mucho la atención su ropa interior, la toque y eso fue electrizante, en eso oí que se abría la puerta, el tiempo había volado y no me di cuenta que era la hora en que llegaba mi hermana, así es que rápido cerré el cajón con mucho cuidado y salí lo más rápido posible. Entonces al bajar me encontré a Marta en las escaleras, me pregunto que qué estaba haciendo, que por que no estaba viendo la televisión como siempre, rápido le dije que había ido al baño, todo quedo ahí ese día, pero mi impresión con la ropa de mi hermana quedo permanentemente grabada en mi tacto y mente. El susto de que mi hermana me encontrara en su cuarto, hizo que no volviera a entrar.
Un día que mi hermana tenía que salir temprano el sábado, me pidió que doblara la ropa, pues ella ya la había lavado. Me preguntó que si me enseña a doblarla, le dije que no, que yo me las arreglaría, que un día me quedé viendo como la mamá de un amigo la doblaba. Mi hermana saló y yo llevé la ropa a la sala encendí la televisión y me puse a doblar la ropa.  Al llegar a la ropa interior de mi hermana, nuevamente me encendió el tocarla, pero ahora no tenía el temor de que me encontraran, pues era un trabajo que me habían asignado. Al doblar las pantaletas y los fondos me di cuenta, no solo del tacto, sin o también de lo bonito del diseño de esa ropa. Al terminar fui a la recámara de mi papá para poner su ropa su lugar, me costó un poco de problema colocar los pantalones en los ganchos, pero al fin lo pude hacer. Después llevé mi ropa y al final la de mi hermana, abrí sus cajones y traté de poner las pantaletas como se encontraban en el cajón las demás, lo mismo hice con los fondos.  
Viendo mi reflejo en el espejo
Con mucho cuidado puse las faldas y vestidos en los ganchos, en el momento en que ponía un vestido, vi mi reflejo en el espejo de la puerta del armario, y  como estaba el vestido delante de mi, me impactó ese reflejo, me quedé un minuto así hasta que oí la voz de mi hermana que me dijo, ah ya estas terminado, me puse muy nerviosos, pues sentía que estaba haciendo algo completamente prohibido, hasta que volví a escuchar a mi hermana diciéndome, que hermoso eres Nando, guardaste muy bien mi ropa, supongo que también la de papá y la tuya, yo solo la vi y asenté la cabeza. Le dije a mi hermana que me gustaba doblar la ropa, que contara conmigo cada vez que ella quisiera, me lo agradeció mucho y que estuviera seguro que lo haría en otras ocasiones.

Después de ese acontecimiento me empecé a preguntar que se sentiría poderse poner toda esa ropa maravillosa, no pasó mucho para poder hacerlo. El sábado siguiente mi hermana me pidió el mismo favor, pero me dijo que llegaría hasta en la noche, que me dejaba mi comida en la cocina, solo tenía que calentarla en el horno de microondas, mi papá ese día trabajaría hasta la noche.  Cuando se fue mi hermana inmediatamente fui a doblar la ropa, pero esta vez escogí unas pantaletas, un brasier y un fondo. Una vez que terminé de doblar la ropa, fui a guardarla como la otra vez, al fin terminé y me metí a la recámara de mi hermana. Me bañé y al salir me puse crema como veía yo que ella lo hacía. Después me puse su pantaletas y el brasier, me costo mucho trabajo, creo que toda chica que por primera vez se lo pone, debe costarle mucho trabajo.
Poniéndome mi primer brasier.
Bueno, al fin lo hice, después me puse el fondo y con toda calma fui a escoger un vestido. Seleccioné uno amarillo de tela suave, siempre que se lo vi a Marta me pareció muy bonito, se abotonaba al frente. Me miré en el espejo, se podía ver la sombra del fondo, ya que la tela del vestido era semi-transparente, giré y trataba de ver como se movía el vestido.  Después me fui a calentar mi comida y a comer, claro que me puse un delantal, porque si llego a mancharlo quien sabe como me iría. A partir de ese día, cada vez que me quedaba solo en casa por lo menos tres horas, usaba la ropa de mi hermana, siempre teniendo el cuidado de no mancharla.  Se hizo costumbre que yo doblara la ropa cada semana, entonces poco a poco fui agarrando algunas pantaletas y brasier de mi hermana y medias para mi, guardándolas en mi cuarto, bin escondidas. Al pasar el tiempo, estas ropas las usaba diariamente, al grado que se convirtieron en mi ropa interior. La ropa interior nueva que me compraban la ensuciaba sin ponérmelo para que mi hermana pensara que la usaba.
Después de 6 años, mi hermana se fue a la universidad y para mi desgracia se llevó casi toda su ropa, yo me quedé con lo que le había podio sustraer sin que ella se pudiera dar cuenta. Muchas de las labores que hacía Marta las pasé hacer yo, no tuve ningún problema, siempre me gusto trabajar en lo que fuera.  En ese entonces, ya tenía edad suficiente para conseguir trabajo los fines de semana,por lo que puse mi nombre en una lista en el supermercado, donde uno se apunta especificando el trabajo. Yo puse niñero, ta que, curiosamente, sentía que esa labor la podría hacer fácilmente.
Una joven madre me contactó para que cuidar a sus dos hijas los fines de semana y, algún día la salir de la escuela. Los nombres de las dos niñas son Elena y Susana. Elena era un año menor que yo y Susy tres años menor. Con esto la pasé bastante bien, pues me divertía mucho jugando con las niñas, uno de los juegos era a la “casita”, obviamente yo hacia de papá, Susy que era la más grande la hacia de la mamá y Elena, de la hija o el hijo, según el libreto que inventábamos para cada día. Un día Susy me dijo que yo la hiciera de la mamá, acepté, entonces me dio uno de sus vestidos y me lo puse, encima de mi ropa y así estuvimos jugando. Llegó la mamá de las niñas y nos vio jugando, se me quedo viendo, pero con una mirada de ternura, al terminar me saqué el vestido y me fui a despedir, entonces la señora me preguntó que a que jugábamos, yo le explique y le había dicho que a sugerencia de Susy yo había hecho el papel de mamá. Entonces me dijo la señora, que bueno que juegas a todo y que no tenía prejuicios. No entendí muy bien esa palabra, pero como me lo dijo, supuse que no había habido problema.
Jugando con mis niñas
El siguiente fin de semana que fui a cuidar a las niñas, su mamá me dijo que el siguiente sábado irían a una fiesta de carnaval y que Elena tenía una invitación para toda su familia, entonces me dijo que por favor fuera, pues le tranquilizaba que ayudara a cuida al las niñas durante la fiesta, le dije que no había problema, que el siguiente sábado estaría a la misma hora como siempre.
A la semana siguiente, al llegar a la casa de mis “niñas” así les decía de cariño a Susy y Elena, me abrió Elena, estaba hermosamente vestida en un traje de princesa gitana, al entrar a casa vi a Susy y ella traía un tutú de bailarina de valet.  La mamá traía un hermoso traje de bruja, se veía como “Elizabeth Mongomery”, la del programa “Echizada”, al verme exclamó ¡Fernando! No has venido disfrazado, entonces tartamudee y le dije, es que pensé que yo solo cuidaría a las niñas en la fiesta  -Sí Nando, pero también nos podemos divertir los cuidadores, ¿no crees?, Entonces le dije que si me esperaba iría a mi casa, que tenía por ahí un traje de pirata que podía ponerme y venirme rápido, ella me dijo, no hay tiempo, ya casi es la hora, así es que te buscaremos algo para disfrazarte aquí, ¿estas de acuerdo? Sí, contesté con firmeza. Entonces me dijo, como solo hay ropa de mujer en esta casa, te disfrazaré de señorita, ¿te parece? Me enmudecí un poco y asenté la cabeza afirmativamente. Entonces le dije, me voy arremangar los pantalones para que no se vean y… en ese momento me interrumpe y me dice, NO, te vas a vestir de pies a cabeza de señorita, me agarro de la mano y me metió en la recámara de las niñas y me dijo que entrara al baño a darme una ducha y me secara muy bien, me dio una toalla y una pantaletas, sin decir nada obedecí rápido.  Me bañé lo más rápido posible pero haciéndolo muy bien, pues no quería ensuciar nada de la ropa que me iban a prestar. Al salir me tapé con una toalla, pues solo traía las pantaletas.  En la cama ya había un brasier un “liguero” y unas medias, así también un hermoso vestido, en eso entra la señora y me dice empieza a vestirte, entonces agarré el brasier  y me lo puse, en eso de reojo vi que la señora se me quedó viendo.  Después me puse el liguero y las medias, finalmente me puse el vestido.  Rápido la señora me sentó en el tocador y empezó a maquillarme, al terminar me puso una peluca y me dio un abrigo y un bolso, los zapatos eran de la señora, pues los de Susy no me quedaban, me dijo la señora, a ver trata de caminar, son de tacón del 5, así es que no son muy altos. Me paré y empecé a caminar, entonces me dice la señora, muy bien caminas muy bien en ellos, entonces vi de nuevo la mirada que había observado antes, cuando me puse el brasier, no le di importancia y salimos del cuarto, al verme las niñas se asombraron, pues según ellas estaban viendo a una chica y no a mi, nos reímos y yo estaba muy nervioso, pues era la primera vez que alguien me veía vestida completamente y, algo que nunca había hecho, era el poder estar maquillada con una peluca y, de veras que me veía como una chica. Entonces la señora me dijo, Fernando hoy en la fiesta te tendrás que comportar como una señorita, ¿crees poderlo hacer? Pregunto ella, con firmeza moví la cabeza afirmativamente.  Fuimos a la fiesta y nos divertimos mucho, cuando me presentaban con una persona, inmediatamente esa persona me preguntaban que por que no me había disfrazado y yo me reía, entonces una de las niñas le decían a la persona que era un muchacho y que me había disfrazado de señorita, entonces veía las caras de admiración, y me decían que te ves muy linda.  Al regresar a la casa toda vía era temprano, entonces nos pusimos a ver televisión mientras la señora preparaba la cena, entonces me dijo que si quería cambiarme que con toda confianza entrara a la recámara y me vistiera. Le dije que no había problema, que estaba cómodo así, entonces ella solo me sonrió y se fue hacer la cena. Cenamos y llegó la hora en que las niñas se iban a dormir, entonces Susy le pidió a su mamá que si podían ver una película corta en su recámara, ella aceptó, pero en cuanto termine te duermes, yo mientras le hablo al papá de Nando para decirle que lo llevaré a su casa, para que no se preocupe. Con esto gane un poco de más tiempo para disfrutar la ropa que tenía puesta.  Al terminar la películas Susy ya se había dormido, entonces entra su mamá y me dice, oye Nando pensé que ya te habías cambiado, rápido le digo: perdone señora, voy rápido a cambiarme, me paré y me dirigía al baño cuando me dice la señora, espérate, vamos a tomar un vaso con leche y un bizcocho, ¿quieres? Le dije que sí, entonces me regresé y nos fuimos a la cocina.  Nos sentamos los dos y me preguntó, -oye Nando, por que no te quitaste el vestido, me puse a la defensiva y empecé a tratar de decir algo pero no podía, entonces ella me dijo, no te asustes, simplemente quiero saberlo y no te voy a decir absolutamente nada que te haga sentir mal. Bueno señora, dije, lo que pasa es que yo estaba tan cómodo con esta ropa que no me di cuenta y se me fue el tiempo.  Ah, eso era todo lo que quería saber. Te puedo decir algo, me preguntó, le dije que sí. Mira, yo recuerdo que cuando empecé a ser señorita, el primer brasier que me compró mi mamá, me costó mucho trabajo ponérmelo, al fin después de cómo 10 veces que me lo puse, aprendí hacerlo sin ninguna dificultad, se me quedó viendo tiernamente, y agregó, cuando te pusiste el brasier lo hiciste con una habilidad que me sorprendió, también es imposible que al dar unos pocos pasos hayas aprendido a caminar con tacón alto, en ese momento quería que la tierra me tragara.
Se descubre mi gusto
por la ropa femenina.
Dime la verdad, dijo ella, ya te habías vestido de mujer anteriormente y, por lo que veo con mucha frecuencia.  Además vi con que gusto interpretabas el papel de mamá cundo jugabas con mis hijas. Essste sí señora, desde que tenía 8 años descubrí que la ropa de mujer me gustaba mucho, y lo hacía con la ropa de mi hermana, pero al irse ella solo podía ponerme la poca ropa que logré quedarme de ella. Pero al pasar el tiempo ya no me quedó, así es que tuve que dejar de hacerlo, una cosa que quería hacer con el dinero que usted me paga, era comprar esa ropa tan bonita.  Bueno, no te apures, en eso terminamos de tomar la leche, me dijo ya vete a cambiar, te lavas muy bien la cara, después vienes y te enseñaré como ponerte crema y limpiarte bien la cara.  Ya cambiado y arreglado, la señora me llevó a mi casa, al llegar mi papá le dijo que si quería tomar un café, ella le dijo que sí. Me fui a dormir, ellos se quedaron platicando, desde mi cama oí como se reían, me pregunté ¿de que se reirán tanto?
Al día siguiente me dedique hacer mis tareas de la escuela, después mi papá y yo estuvimos limpiando la casa, pues solo teníamos ese día para hacerlo. En la tarde me llevó al cine y de ahí fuimos a cenar. Durante la cena mi papá me agradece mucho el que le ayude en la casa, él es una persona muy comprensiva, me dijo que cuando se fue mi hermana a la Universidad él pensó que la casa se haría un caos, pues el no sabía nada de hacer quehacer, pero con sorpresa vio que yo me empecé hacer cargo de los quehaceres principales de la casa, como lavar la ropa y guardarla, así es que la casa siguió estando bien cuidada lo mismo que nuestra ropa.  Seguimos cenando, él siguió platicando, entonces me dijo, Amalia (así se llama la mamá de mis niñas) me dijo que fueron a la fiesta de carnaval, ahí trague saliva, me quedé en expectación, me dijo que te disfrazaste de señorita, se río un poco, y yo apenado le di la excusa de que no sabía que tenía que ir disfrazado y por eso me vistieron así, siguió riendo mi papá, no de forma burlona, si no de camaradería. Siguió diciendo mi papá, Amalia me dijo que te confundieron con señorita, que fue impresionante. Mientras yo pensaba que la señora le había contado todo a mi papá, pero me di cuenta que solo lo de la fiesta, no le dijo nada de lo que le confesé a la señora Amalia, al menos mi papá no comentó nada a ese respecto. Entonces me dice, ojalá te hubieran tomado una foto, me hubiera gustado verte, le dije –hay papá, como eres-, no hijo, te lo digo en serio, me hablo tanto Amelia de lo lindo que te veías que me dio ganas de verte. Entonces me atreví a decirle, bueno la próxima ves te prometo que me veas…, me quede viendo a ver que decía de esto, entonces me dijo mi papá -“conste” queda la promesa.  Entonces cambiamos de tema, de cómo iba el campeonato de fútbol, así terminamos de comer y nos fuimos a la casa, no se volvió a tocar el tema de mi disfraz de señorita.
Al día siguiente comenzó la semana como siempre, yendo a la escuela y mi papá a trabajar, Esa semana transcurrió normal, entonces el siguiente viernes después de mis clases de la escuela, fui a cuidar a las niñas como todos los viernes, ese fue un día normal como antes del carnaval, las atendí, vi que hicieran sus tareas y después nos pusimos a jugar y ver televisión. En la noche, al llegar la señora me dijo, antes de que te vayas a tu casa quiero preguntarte algo, mientras tomamos un vaso de leche y biscochos que tanto te gustan, ¿esta bien? Conteste -sí señora, solo agarro mis cosas y voy a la cocina con usted-.
Entre a la cocina y estaba en la mesa dos vasos de leche y una cesta de biscochos, nos sentamos y comenzamos a tomar la leche, entonces me dice la señora, mira Nando, el próximo fin de semana a mi hermana y a mi, nos invitaron a una fiesta, el problema es que mi hermana no tiene con quien dejar a sus hijas, pues son dos niñas de la edad de Elena, son gemelas, entonces la interrumpí y le dije que yo con mucho gusto cuidaría a las cuatro niñas, me contestó, que bueno, pero hay un problema, a mi hermana no le gusta que un hombre cuide a sus hijas, tiene el prejuicio de que todos los hombres son malos, así es que ella me advirtió que no los dejaría contigo, entonces dije: ¡ooooh! que pena, me hubiera gustado mucho cuidar a las cuatro niñas. Entonces ella me dijo, mira por más que buscamos quien cuidara a las niñas no encontramos, mi hermana me ha insistido en que ella se queda a cuidarlas y yo vaya a la fiesta, pero yo quiero que ella asista también a esa fiesta., así es que pensé, que te parece sí te vuelves a poner el vestido de Susy y cuidas a las niñas, abrí los ojos y le dije, pepepero señora, no se dará cuenta su hermana. Entonces ella me dijo, no, deberás que pareces chica, además estoy segura que Elena y Susy no van a decir nada, estas de acuerdo, por mi sí, pero tendrías que dormir la noche del sábado aquí y no sé si mi papá me de permiso. No te apures, me dijo ella, yo hablare con Pepe mañana para que te de permiso. Me fui a mi casa pensando en ese fin de semana, toda vía no entendía que estaba pasando, iba a vivir como chica por un poco más de 24 horas. Al llegar a la casa oí que mi papá colgaba el teléfono, nos saludamos y me dijo, me acaba de hablar Amalia y me dice que cuidarás a sus hijas y a las hijas de su hermana, contesté -sí, me lo pidió hoy, lo bueno es que me pagarán doble y realmente yo me divierto con las niñas.  Oye, me dijo Amalia que pasa por ti mañana como a las 11 para ir de compras, ¿eso te dijo? Pregunté, sí, me contesto mi papá, que raro no me dijo nada, -será que se le olvido y a ahorita que hablamos se acordó- dijo mi papá, contesté –eso debe haber ocurrido-, me fui a dormir muy pensativo, obviamente no dormí de los nervios por lo que pasaría el sábado en la noche.
Al día siguiente me paré muy temprano para que me diera tiempo de hacer los quehaceres de los sábados, la tarea escolar la había echo el viernes saliendo de la escuela. Me puse a lavar la ropa, en lo que se lavaba barrí y levanté la cocina, después tendí la ropa y le hice el almuerzo a mi papá. Mi papá tuvo que salir temprano a su trabajo, pero me había dicho que estaría antes de que Amalia llegara por mí. Así fue, como a las 10:45 llegó mi papá, al ver la casa limpia la ropa secándose y su almuerzo me dijo, oye que bien hiciste todo y, en poco tiempo, no me has dejado nada a mi, deberás que eres toda una ama de casa, yo me ruboricé y le dije hay papá que cosas dices, perdón amo de casa y nos reímos los dos.
Ya relajado, fui a mi cuarto a bañarme y vestirme para esperar a la mamá de mis niñas. Cuando me estaba vistiendo oí que llegó la señora, y estaba en plena plática con mi papá. Al llegar a la sala salude y le dije que ya casi estaba listo, que solo iba agarrar dos mudas de ropa interior y nos íbamos, entonces la señora me dijo –no, no es necesario Nando, ahorita en la tienda compramos la ropa que necesites, tu papá ya me dio dinero, hice una cara de extrañeza total, digo, pero no es época de comprar ropa, entonces papá me dijo que solo por esta vez, en fin, dije a mis adentros –esto esta bien, a ver si convenzo a la señora que me compre el suéter que tanto me gustó-. Salimos de casa y nos fuimos al centro comercial. Al llegar, lo primero que hicimos fue ir a supermercado a comprar las cosas de la señora, yo todavía no sabia que hacia ahí, pero en fin, estuvimos como una hora en el supermercado, al terminar llevamos los víveres al coche y de ahí me dice, ahora sí, vamos a comprar lo que nos interesa, le dije -bueno adelante-.  Entramos a una tienda de ropa para dama, fuimos a la sección de vestidos y faldas, entonces la señora empezó a ver los vestidos, se detiene y me dice, oye Nando, me habías dicho que estabas juntando dinero para comprarte tus ropas femeninas, te acuerdas, entonces me ruboricé un poco y asenté la cabeza afirmativamente, entonces agrega ella –y ya tenías algo en mente, por ejemplo un vestido o una blusa y falda- le dije que sí, que precisamente de esta sección había visto un vestido que me había gustado mucho, entonces me dice, a ver enséñamelo- Rápido fui a donde estaba ese vestido y se lo señalé, ella lo agarró y vio la talla, y me dice, oye creo que este no te quedaría, tú debes ser una talla más chica, entonces lo deja y busca uno de la talla correspondiente, la saca y lo pone frente a mi midiéndolo, yo me puse rojo de la pena, me dice estoy segura de que este te quedará muy bien, entonces tartamudee y le dije, -pero señora, que va a decir mi papá cuando vea que compré un vestido en lugar de un pantalón- No hay problema Nando, yo le platique a tu papá lo que iba hacer contigo este fin de semana y él estuvo de acuerdo, es más me dijo que tú le habías prometido que él te vería la siguiente ves que te vistieras de señorita, ¿o no?, -esteeee sí señora,- pues adelante, ya que el dinero que me dio es para comprarte tu ropa de mujer. Exclame -¡ah!, pero me va a dar pena que mi papá me vea así, no te apures me contesto ella, te digo que tu papá es muy comprensivo y te quiere mucho, así es que el tomará muy bien.  Bueno, dijo ella, vamos a comparte una falda y una blusa y después la ropa interior por lo menos para dos días y los zapatos. Agarramos ese vestido y una falda de tablones color guinda y un blusa semitransparente del mismo color que la falda, pero un poco más bajo la intensidad del color. Compramos unos brasier con varillas, para que mejor se acomode el relleno,  después unas pantaletas que hacían juego con los brasier. Posteriormente fuimos a comprar mis zapatos, pasé una pena enorme, pues al llegara a la zapatería escogimos unos zapatos de tacón pequeño y lo más cómodos posibles, pues los tendría puestos por mucho tiempo.
  Ya que los escogimos entramos a la zapatería y la señora se los encarga a una de las dependientas, le dice quiero esos zapatos negros del moñito, en talla del 5, entonces nos sentamos para esperarlos. Entra la señorita con los zapatos y le dice a la señora, se los quiere probar, entonces dice ella, sí, los agarra y me los da, dice a ver póntelos, yo quería que me tragara la tierra, nomás vi a las señorita que se sonreía, no burlonamente, sino tiernamente. Hice acopio de toda mi valentía y me los puse, entonces me dice camina para ver si no te aprietan, así lo hice y rápido me siento y me los quito, le digo, estos están bien, no me aprietan nada, entones la señora se voltea a la señorita y le dice, estos por favor. Después fuimos a una tienda donde venden todo los accesorios para dama, la señora me compró un bolso, maquillaje Con esta última compra terminamos, entonces le dije a la señora, -perdone, será que vaya un poco temprano a su casa para que me ayude a maquillarme, pues no quiero ponerme mucho maquillaje.  -Nooo Nando-, me contestó, en lo que entrábamos a un salón de belleza, -yo hice una cita con mi peinadora para arregle, no te apures ya sabe que eres hombre, se lo conté cuando hice la cita, así es que te arreglarán en un asiento privado. La peinadora de la señora salió a recibirnos, y me dice, con que tú eres el que se transformará en una hermosa chica ¿eh?, solo asenté la cabeza.  Pasa por aquí, me llevo a un rincón donde había un asiento y una cortina para cubrirlo, de tal manera que uno quedaba aislado del resto del salón. Me sentó, reclino el asiento de tal forma que pudiera lavar mi pelo, pues lo tenía un poco largo, al terminar me secó con una toalla y me enderezó el asiento, después empezó a ponerme unos tubos pequeños para el pelo mientras llegó otra señorita y me empezó hacer manicura, entonces la mamá de mis niñas me dice, es servicio completo eh, así es que te dejo aquí y regreso mas tarde, ellas te van ayudar en todo, yo solo hice cara de desesperación, pero las señoritas me dijeron, no te apures, nadie se va a dar cuenta y nadie te va a reconocer, simplemente serás otra de tantas señoritas de este hermoso mundo, solo me quedo decir –gracias-. Después que terminó de ponerme los tubos me llevaron a la secadora, al fin se terminó de secar el pelo y la manicurista había hecho una obra de arte a mis uñas, nunca las había tenido tan hermosas, las pinto de un color de rosa muy tenue, era lo suficientemente tenue para que no se vieran exageradas y lo suficientemente fuerte para que se notara que estaban pintadas. Después me dijo que iba a depilarme las cejas, que no temiera, lo iba a ser de tal forma que fueran compatibles con una cara de señorita como de muchacho. Conforme me iba depilando me daba instrucciones de cómo debería hacerle yo para que siempre permanecieran con ese perfilado. No te voy a maquillar mucho, las jovencitas deben ir casi al natural y te pondré este labial rosado, claro que antes que todo te pondré esta base, es prácticamente invisible, solo es para cubrir las pocas imperfecciones en tu piel y homogeneizar el color en toda la cara. Te enchinaré las pestañas y un poco de “rimel”  y vas a ver que bien quedarás. Realmente yo no decía nada, poco a poco me fui relajando y empezando a disfrutar de todo aquello que me estaba pasando. Vi como mi cabello adquiría un aspecto completamente femenino, como mis cejas se delineaban y se enfatizaban mis ojos al ponerme el maquillaje, cada vez me gustaba más como iba quedando mi cara y mi pelo.  Finalmente, después de casi una hora y media quedé listo, más bien debería decir lista. Al verme en el espejo, aun que traía mi atuendo masculino, me veía como una chica. Pero no quise salir, le dije a la señorita que esperaría ahí a que vinieran por mi. Mientras por mi mente  me preguntaba que cómo iba a salir de ahí, ni modo que me tapara la cara con una bolsa o ponerme una máscara, en eso oigo la vos de la peinadora, -espérate Nanda, que toda vía no acabamos, te vas a vestir, o sea de aquí vas a salir como todas una jovencita de 16 años-. Aquí tienes tu ropa, me dice la peinadora, ¿quieres que te ayude a vestirte? Le digo nooooo, entonces me dice, -no te apures, ponte tu ropa interior y cuando estés lista me hablas, por que tengo que ayudarte a ponerte el vestido, pues si no de seguro te despeinarás-.  Esta bien, contesté, entonces la señora salió y cerro bien la cortina, me quede parado un rato, como que no sabía que hacer hasta que reaccione, empecé a quitarme la ropa hasta que quedé completamente desnudo, saqué mi hermosa ropa interior y procedí a ponerme mi pantaletas, la ajuste muy bien y después mi brasier, esa sensación cuando echas los brazos hacia atrás para abrochar el brasier, eso es algo completamente femenino, lo disfruté mucho. Después puse los rellenos que me compró la señora, eran pequeños como corresponde a mi edad. Me puse el fondo, pero de abajo hacia arriba, para no ir a maltratar mi peinado. Finalmente me puse mis zapatos, aaaah que cómodos los sentí, como que esa era la ropa y zapatos que me asentaban mejor, me vi en el espejo y lo que veía era a una chica, hasta bonita, me quede viéndome y pensando que andaba entre nubes, hasta que una voz me devolvió a la tierra. Era la peinadora que me preguntaba si ya estaba lista, todas ellas ya me hablaban en femenino, le conteste que sí, entonces se abrió la cortina y entro, la volvió a cerrar. Al verme exclamo ¡que hermosa te vez! De veras que nadie sospechará que realmente no eres una chica. Bueno vamos por lo último, con cuidado te pondremos el vestido, fíjate como lo hago para que cuando te lo quites hagas exactamente lo mismo y no estropees ni tu peinado ni el maquillaje, que aunque es poco puedes descomponerlo o, ensuciar tu ropa con el maquillaje, bueno agacha un poco la cabeza y levanta los brazos-. Tomó el vestido abriéndolo lo más posible y lo metió sobre mi cabeza, después metí los los brazos a la vez, entonces me dijo, -cuando estés sola no podrás meter o sacar los brazos a la vez, así es que lo haces uno por uno con mucho cuidado- Al fin entro muy bien y la señora subió el cierre de la parte posterior, acomodó la falda y finalmente me hizo dar una vuelta mientras ella iba acomodando todo. Muy bien Chica puedes verte en el espejo, en eso abre la cortina y siento mucha pena, las personas voltearon, no tanto para verme, simplemente por que abrieron las cortinas y de repente siento que todo a mi alrededor es exactamente como cuando entré al salón de belleza, o sea cada quién en su asunto, yo no llamaba la atención, simplemente a hora, era una más de las chicas y mujeres que había en el salón. Empecé a caminar con confianza, la peinadora me dijo, pasa acá, te puedes sentar ahí en lo que viene la señora Amalia, me senté y me quedé viendo entrar y salir a las personas, vi en una mesa revistas de moda, agarré una y la ojeé, creo que era la primera vez que podía ver esas revistas a la vista de todas las personas sin sentir pena. Al fin llegó la señora Amalia y como si me hubiera visto toda la vida de mujer, se dirigió a mi y me dijo, -ya estas lista Fernanda, quedaste hermosa, escogiste muy bien tu vestido, ¡bueno!- Exclamó, -ya se esta haciendo tarde, será mejor irnos a tu casa-.  ¡Glup! Trague saliva, pues me daba miedo llegara a mi casa como un señorita, que diría mi papá, me dejaría de querer, me correría de la casa, me puse a pensar puras tonterías y, obviamente empecé a sudar, la señora Amelia me vio y me dijo –qué te pasa, por que sudas, no debes hacerlo, pues estropeará tu maquillaje- le conteste, -lo que pasa es que va a decir mi papá cuando me vea- me contestó –no te apures, el sabe que iras vestido así, bueno vestida y esta totalmente de acuerdo, eso me relajo por el momento, en lo que subíamos al auto. En el auto la señora Amelia me fue indicando como debería de sentarme y caminar y tratar de hacer mis movimientos delicados y no bruscos, eso no había problema, pues yo había ensayado eso desde hacía muchos años.

Al llegar, salí del coche y las piernas me temblaban, entonces a unos pasos de llegara a la puerta de la casa, mi papá abrió la puerta y se me quedo viendo, yo no sabía que hacer, pensé que mi papá me desaprobaría completamente…  Entonces dice mi papá, a ver hija, date la vuelta y empiezo a darla vuelta, termino y me quedo como estatua, en eso mi papá se me acerca y me abraza y me da un beso, exactamente igual que si anduviera con mi ropa de chico, me dice: pasa que quiero platicar un momento contigo. En eso Amelia nos dice, bueno ya me voy al rato venimos mi hermana y yo por Nanda para llevarla a la casa, -esta bien- contestó mi papá.
Al entrar pasamos a las sala, y nos sentamos, entonces me dijo mi papá. -Bueno me cumpliste tu palabra, que la próxima ves que te vistieras de mujer me dejarías verte y, te diré que te ves muy bien, tú te pareces mucho a tu mamá-, entonces mi papá sacó su cartera y extrajo una foto, y me dijo –toma-, extendiéndome la foto, mira esta foto de tu mamá cuando tenía tu edad aproximadamente-  Al ver la foto me quedé sin habla, era yo vestido de mujer, efectivamente me parecía mucho a mi mamá. Siéntate hija, me dijo mi papá, mira este gusto tuyo por usar ropas de mujer, lo sé desde hace mucho tiempo, tu hermana ya se había dado cuenta, pues veía que alguien hurgabas en su ropa, no te dijo nada por no apenarte, pues bien sabes cuanto te quiere y, precisamente por ese amor es que me lo contó, pero por ignorancia mía no dije nada y simplemente me hice el desentendido. Ahora, mi preocupación no es tu trasgredismo, sino que no seas feliz por esa razón, pues sabemos que este tipo de comportamiento es muy criticado por la sociedad, mira hijo, por ahora lo dejamos aquí porque estan por venir por ti, pero me gustaría que me contaras todo lo que tienes dentro de ti, simplemente para que seas una persona feliz. -Esta bien papá-. Bueno hija, jajajaja, pues mientras este vestida así serás mi hija, estas de acuerdo, ya con un poco de más confianza le conteste -estoy de acuerdo papá-, entonces me dice –pero hija, has más delicada tu voz, recuerda que eres una señorita-, rápido le contesto con la voz más modulada (no chillona), -tienes razón- y nos reímos los dos mientras me dirigía a mi recámara, entré al baño a ver como estaba mi maquillaje lo retoqué y en eso oí que llegaba la señora Amelia con su hermana.  Me puse nerviosa pues esta sería la prueba de fuego, la hermana de la señora Amelía debería verme como chica en todo momento. Respiré profundo y salí con firmeza, me adelante y la saludé modulando mi voz lo mejor posible, me saludo y me dijo que linda estas, así es que tu eres Fernanda del Mar, dentro de mi, ese es el nombre que me puso la señora Amelia, le conteste que sí. Bueno, pues nos vamos ya que todavía nosotras nos tenemos que arreglar para la fiesta de esta noche jijiji. Salimos las tres y nos subimos al carro, en el camino la señora Amalia y su hermana, iban platicando de lo que pasaría en la noche, pues la hermana estaba interesada en un señor que iría a la fiesta, pues la hermana de la señora Amalia también estaba divorciada.  Seguían platicando y de repente se volteó la hermana y me dijo, Nanda, así te voy a llamar, tu nombre es muy bonito pero muy largo, jijiji nos reímos, bueno, te decía, una de mis hijas no te dará problemas, pero la otra es muy preguntona, así es que te prevengo, ella es muy inquieta y a sus 5 años quiere saber todo.  No se apure señora, a mi me gustan tanto los niños, principalmente que pregunten, yo sabré contestarle sus dudas y las que no pueda consultaré el diccionario, jijiji, nos reímos.
Pasamos a recoger a las cuatro niñas al club de natación, a donde iban todos los sábados por la mañana, me presentaron con ellas: Angélica, Rosa, ella es Nanda, las va a cuidar hoy en la noche, las salude dándoles su correspondiente beso en la mejilla, mientras que Susy y Elena se pusieron dos a cada lado mío en lo que nos encaminamos a la casa de la señora Amelia. Al llegar, en lo que las señoras se fueron a la cocina a preparar la comida, yo fui con las niñas para que se bañaran y se vistieran, para bajar a comer.
En la tarde puse a las cuatro niñas hacer su tarea, para que la hicieran con gusto les dije que jugaríamos a la escuelita y, que yo sería la maestra y ellas las alumnas, así es que pusimos sillas y mesas para simular los pupitres y yo al frente. De esta forma empezamos a jugar, después que terminaron sus tarea, quisieron seguir jugando, así nos intercambiamos el papel de maestra, de tal forma que cada quien fue maestra una vez. Al terminar de jugar, la señora Amalia y su hermana ya casi estaban listas para irse a la fiesta, en ese momento me enteré que el hombre que acompañaría a la señora Amalia era mi papá. Tanto la señora Amalia como su hermana me dieron las últimas instrucciones para el cuidado de sus hijas, yo les dije que no se preocuparan que estaría al tanto de todo y que en cualquier caso de emergencia yo les hablaría por teléfono, como ellas me lo acababan de decir. Al fin fueron, y yo empecé mi primer día como una chica cuidadora de niños. Fue una experiencia muy bonita, estar cuidando a esas cuatro niñas, jugamos, después les di su cena y les leí un cuento antes de que se fueran a dormir. Al final me fui a bañarme, me di un baño de burbujas en el baño del cuarto de la señora Amalia, ella me indicó todo lo que debería hacer. Al salir sentí mi piel muy tersa, me puse unas pantaletas limpias y mi camisón, al verme al espejo, seguía sin creerlo, como que todo era un sueño, finalmente bajé a cenar y después a dormir. 
Al día siguiente me paré, fui al baño y al salir me puse una bata y bajé para preparar el desayuno de las niñas. En la cocina me encontré a la señora Amelia y a su hermana, me sorprendí y les pregunté que por que no estaba dormidas. Ellas se rieron y me contestaron que acababan de llegar y decidieron tomase un café antes de irse a dormir. Mientras yo empecé a preparar el desayuno de las niñas, que de seguro al rato iban a despertar. Antes de subirse a dormir la señora Amelia me dijo, oye Nanda, me dijo tu papá que vendría por ti a las tres de la tarde, así es que te preparas. Sí señora, le contesté, ¡ah!, en la mesa de la entrada esta tu dinero por le cuidado de las niñas, gracias señora, le contesté.
Ya para las tres de tarde estaba lista esperando a mi papá, las niñas ya estaban bajo el cuidad de sus mamas. Al llegar mi papa me saludó eufóricamente y vi que saludó a la señora Amelia más cariñosamente que de costumbre, nos despedimos, mi papá me abrió la puerta de la casa y del coche, me sentí muy bien. Ya en camino me dijo, Nanda, que te parece si vamos a comer a un restaurante y después vamos la cine ¿eh? Sí, le conteste, bueno me dijo, pasaré el primer día con mi nueva hija, jijijiji, no reímos. Pasé una tarde maravillosa, fuimos de compras y mi papá me compró alguna ropa, yo ya con mucha confianza me la probaba y salía para queme viera mi papá. Al final llegamos a la casa, me dijo que subiera y me bañara, que me despintara las uñas y me lavara bien la cara, pues me recordó que al día siguiente tenía que ir a la escuela, mientras yo prepara la cena y hablamos sobre todo esto lo que te pasó este fin de semana, esta bien papi, le contesté.
Al final cuando terminamos de cenar, trajo dos tasas de café y empezó diciéndome: Como te comenté ayer antes de irte, que mi preocupación era que fueras infeliz, pero anoche estuvimos platicando Amalia y yo, mucho sobre tu gusto de parecer chica. Ella me hizo comprender muchas cosas, por ejemplo, yo automáticamente pensé que eras homosexual, pues el vestirte de chica era porque te gustaban los hombres. En ese momento quise decirle algo, pero me paró y me dijo, déjame terminar esta idea, me callé y lo dejé hablar. Te decía, que esa era mi preocupación, pero Amalia me dijo que ella había hablando con un amigo que es psicólogo, y le planteó tu caso, él le dijo que el travestismo es parte de la personalidad, que no es algo que se pueda quitar simplemente porque quieres, es algo que te acompaña siempre y, más personas que lo sintieron desde sus más tempranos recuerdos, como en tu caso. Si te gustan los hombres o las mujeres, es cuestión de lo que sientas, no debes asociarlo con tu gusto de vestirte de chica, ¿me entiendes? Sí papá, que bueno que me dices esto, pues cuando te iba a interrumpir era para decirte que efectivamente no sentía atracción por los chicos, al contrario, me siento muy atraído por las chicas. Eso es lo que me tenía muy preocupado, pues el que me gusta vestirme de chica me hacía pensar que yo tenía que ser forzosamente homosexual, pero por más que quería sentir la atracción por alguno de mis compañeros de la escuela, no lo logré, en cambio por las chicas de la escuela me siento extremadamente atraído. Pues ahí tienes hijo, tú debes ser y hacer y lo que sientas dentro de ti. Lo que si te aconsejo, es que el día que tengas una novia con la cual creas que tendrás una relación seria, deberás platicarle acerca de Nanda, pero papá, creo que eso no debe ser. Mira Fer, si esa persona te llega a querer, será por que quiere a Fernando completamente y, eso implica que aceptará tu parte femenina, pues es parte de ti. Te aseguro que las chicas son muy comprensivas, incluso los hombres también lo somos, solo que nuestra sociedad machista hace que actuemos de forma contraria y siempre nos burlemos de chicos como tú. Gracias papá, todo esto que me dices me hace sentir muy bien. Tranquilo me despedí de mi papá y me fui a dormir, pensando en que al día siguiente iría a la escuela y vería a Sandra, la chica de mi salón de clase que me gusta mucho y, si  llega a ser mi novia y al paso del tiempo pensamos en casarnos,  ella se enterará de la existencia de Nanda…

Les mando un beso tronador y un abrazo de oso.





viernes, 24 de marzo de 2017

Alicia Tomando el Té con el Sombrerero Loco.

Desde hace muchos años tengo una amiga inglesa, se llama Lucy Hamilton, una vez le pedí si me podía platicar la historia de sus inicios, y esto es lo que me contestó: 
That was good enough for me. I didn't wait to hear about the alternative.
As a 4 year old, I knew that what I really, really wanted to be was one of those nice, sugary and spicy things - a Girl!
My lucky break came when I was 13 and sent to an all boys boarding school.
At the end of the first term, each class did a short play: We did  the mad hatter's tea party from
“ALICE IN WONDERLAND” and guess who  played Alice in a pretty blue dress with a white apron and stockings?
Apparently I was a natural Girl because the next year I was chosen to play Juliet in a modern dress version of “ROMEO & JULIET”.
It must have been obvious to both the costume mistress and my mother that I loved the role and the teenage Girl's clothes because they allowed me to  keep the lovely short pink party dress over a white bouffant petticoat that I wore for the  ball scene.
Mama instinctively understood my femininity and not only allowed me to dress regularly at home, but also gave me the guidance with clothes, make-up and  hair (but not boys!) that a mother naturally gives a daughter.
Consequently my teenage years were wonderfully happy and uncomplicated.
She is still Lucy's closest friend and supporter.
My career (as a man) has taken me all over the world, but Lucy always goes too, so I have Girl-friends, Tranny-friends and Boyfriends of many nationalities.
I live a full life as a woman, shopping for dresses, shoes, lingerie and make-up, going to the beautician and hairdressers, and visiting restaurants and clubs with friends.

Tomando esto como un tema para un relato, escribí un cuento, que dice así:
A mis 4 años de edad, sabía que yo quería ser una de esas cosas graciosas, agradables y hermosamente vestidas; una niña. Mi oportunidad llego cuando tenía 13 años, estaba en un colegio solo para varones. El director  decidió que a partir de ese año, cada grupo haría la presentación de alguna escena correspondiente a un cuento o novela. En esa primera ocasión, el director de la escuela había decidido que se llevaría a cabo “Alicia en el País de las Maravillas”, a nuestro grupo nos tocó hacer la escena del té en la mesa del sombrerero y el conejo y otros personajes.
La maestra pregunto que quien quería hacer de Alicia, de lo emocionado que estaba, alcé mi mano, lo bueno que ningún otro chico quiso hacerlo, es más, de hecho nadie quería hacerlo, pues la maestra me dijo –que bueno que quieres hacer este papel, porque siempre lo difícil es hacer que un chico quiera interpretar un papel femenino- en ese momento me di cuenta y me ruboricé, la maestra al verme apenado me dijo que no había ningún problema, que no me diera pena, que muchos hombres en el teatro habían interpretado a mujeres, que era algo común, de hecho, en la época de Shakespeare y Cervantes no existían mujeres en el teatro, siempre eran hombres quien interpretaban los papeles femeninos. Eso me dejo un poco más tranquilo. Una vez que la maestra termino de repartir los papeles de cada chico en la obra, nos entregó una lista de cosas que nos tenían que comprar nuestros padres para la obra. Yo tenía ansias de ver la lista, pero estaba en un sobre cerrado, así es que en todo el camino a la casa iba ansioso de ver que es lo que me tenían que comprar. Pero en lo que el camión de la escuela nos llevaba, me  quedé pensando que a lo mejor no le iba a gustar la idea a mi mamá de que hiciera el papel de la niña Alicia, eso me dio un poco de miedo, así es que cuando entré a la casa, no hallaba como decírselo a mi mamá, empecé a rondar en la sala donde estaba mi mamá sentada bordando un pañuelo, me vio de reojo y me dijo, “Nando”, que me quieres decir, porque cuando te pones así es que quieres decirme algo…le contesté,  eeeesste, fíjate que en el salón van a representar la escena de Sombrerero tomando
el  té del cuento de Alicia en el País de las Maravillas, y la maestras me escogió para participar… entonces mi mamá me preguntó que qué papel iba representar ¿serás el sombrerero o el conejo blanco? Entonces me ruborizo mucho y le digo no mamá, bajando la voz dije –Alicia- Inmediatamente agrego, -pero si tu no quieres no lo hago mami. Entonces mi mamá se sonríe y me abraza diciéndome, si quieres hacerlo tú, yo encantada, además te hice pasar un mal rato, pues me hablo tu maestra para decírmelo, además ese día veré a una hija que no tuve, pues siempre quise tener una hija y también un hijo, pero ya vez, tuve tres hijos. Haber, ven vamos a tomar un refresco en la cocina y hablamos de tu representación, me dijo mi mamá. Ya sentados mi mamá me dijo, quieres simplemente ponerte el vestido de Alicia y verte como un niño con vestido o ¿quieres verte realmente como Alicia? Como Alicia mamá, rápidamente contesté, -ya me lo imaginaba hijo- Pues te verás como Alicia. Mañana iremos a ver a la modista para que te confeccione tu vestido y después iremos al centro comercial a comprarte algunas cosas. Bueno vete hacer tus deberes de la escuela y después, podrás salir a jugar con tus amigos, sí mami, le contesté.
Al día siguiente me paró mi mamá temprano, desayunamos, nos arreglamos muy bien y nos fuimos. Primero pasamos a la casa de la modista, que era una señora que vivía a tres cuadras de nosotros, ella más que modista de mi mamá era su amiga, pues se conocían desde hace mucho tiempo. La señora Elvira nos recibió, saludándonos con mucho entusiasmo, pues hacía un buen tiempo que no me veía. Hola Fer, ya me contó tu mami que harás el papel de Alicia en tu escuela, -sí señora- con mucha pena se lo dije, entonces ella me dijo –no te de pena Fer, solo es una representación
y toma en cuenta que en el teatro siempre hombres han interpretado personajes femeninos sin ningún problema, anda pasa que te voy a tomar las medidas para hacerte el vestido. Pasamos a un cuarto donde me subí en un banco y me empezó a tomar medidas, mientras me decía –si quieres puedo hacer el  vestido muy simple, quitarle lo más posible lo femenino, como un reflejo dije no, en eso me doy cuenta y me pongo rojo de vergüenza, entonces la señora Elvira me dice, -a que bueno que lo quieres bonito, verás que hermoso te lo voy a dejar- terminó de tomarme las medidas, así es que nos despedimos, pero antes, la señora Elvira nos dijo que la semana entrante fuéramos para hacer las pruebas y corregir el vestido. De ahí fuimos a la zapatería, mi mamá le explicó a la dependiente que yo haría una obre de teatro y representaría a Alicia en el país de las maravillas, que queríamos uno zapatos para esa representación, entonces la señorita me dijo siéntate y te traigo varios modelos a ver cuales te gustan, para eso le preguntó a mi mamá el número que calzaba, contestó mi mamá del 4. Ella trajo varios paras de zapatos, de los llamados “Mary Janes”, en diferentes colores y con distintos grabados, escogí unos azul cielo y con un moño al lado. De ahí nos fuimos a una tienda que vende accesorios para las damas, entramos y fuimos directos a la zona de pelucas. Nuevamente mi mamá habló con la encargada y le explico lo que queríamos, entonces ella trajo varias pelucas, me sentaron y empezaron a probármelas, la señorita le dijo a mi mamá que la mejor era la de pelo largo, pues siempre en todos los grabados tanto de la época en que se escribió el cuento, ponen a una niña de pelo largo. Así mi mamá escogió una de pelo castaño claro, que era la que mejor quedaba con el color de mi  piel, pero antes de comprarla me preguntó que si me gustaba, yo solo asenté la cabeza. Por dentro de mi estaba extremadamente emocionado de ver que mi mamá me estaba comprando cosas de niña y, que eran para mi…
Claro que yo trataba de disimular lo más posible, verlo como si fuera una rutina cualquiera. Finalmente fuimos a comprar la ropa interior. Estando ahí, mi mamá escogió unas calcetas azul pálido con encaje bordado en forma de moños, muy parecida a la de los zapatos. Después de comprar las tobilleras me dijo mi mami -oye Fer, yo sé que los calzoncillos no es necesario que sean de niña, pero yo quisiera comprarte unos, pues siempre tuve esa ilusión de comprar ropa de encaje de niña, aunque si quieres no te la pones, simplemente me daré ese gusto, ¿te parece?- Le conteste; claro que sí mami, no te preocupes mamá, según yo se lo dije con mucha indiferencia. Mi mamá agarró un juego de pantaletas con olanes en la parte trasera y una camiseta que hacia el juego, además agarró 5 pares de pantaletas, volteó a verme y me se sonrió cuando fue a pagar. Después fuimos a ver las faldas y blusa, entonces le dije a mi mamá que para que, si ya me iban hacer mi vestido, entonces me dijo, ¿oh! Fer, déjame, quiero  sentir el placer de compara esta ropa, aunque tú no la uses. Finalmente fuimos a comer, ya relajados de tantas cosas que hicimos, me empieza a decir mi mamá, bueno Fer, primero una señorita no come como lo estas haciendo, los brazos procura tenerlos siempre pegados a tu cuerpo, solo mueve los antebrazos brazos y las muñecas, pero de manera delicada, tus piernas juntas, yo oyéndola muy atento, empecé hacer lo queme decía, al cabo de terminar de comer, ya había aprendido sentarme y a comer como una chica. Al terminar nos fuimos a la casa, llegamos y nos pusimos a descansar viendo la tele. Yo me senté como siempre, entonces me dijo mi mami, ¡Fer ven acá! Al ir tras de ella a su cuarto, donde dejó las cosas que compramos me dijo -te volviste a sentar como un niño-, entonces le dije; es cierto, ya no lo vuelvo hacer. Mientras traigas pantalón lo seguirás haciendo, pues estas ya acostumbrado, para eso compré las faldas y blusas, para que andes aquí en la casa y aprendas a moverte como una chica, mis ojos brillaron, y rápido reaccioné y le digo a mi mamá, creo que no es necesario, entonces ella me confirma, -pues yo creo que sí, claro que si no quieres… Obviamente le dije que sí. Lo que dijo mi mamá era cierto, en el momento que me puse la falda, empecé a tener más cuidado de como moverme en general.

Lewis Carroll, autor de Alicia

País de las MAravillas.
En la escuela, en las tardes hacíamos los ensayos, la profesora quería que todo saliera muy bien, pues había un premio para la mejor representación y, los jueces que siempre eran los profesores que no tenían grupos en el concurso, calificaban varios aspectos, como la representación de todos los participante, en particular si se destacaba alguno o varios de cada grupo. El vestuario, se podía elegir una de las ilustraciones que han aparecido desde que se publicó el cuento en 1865 por Lewis Carroll. En nuestra época el más conocido son las ilustraciones de Walt Disney. Todo esto influiría en la puntuación para ganar el primer lugar. La profesora supo escoger a los alumnos más aptos en actuación, en muy poco tiempo logramos hacer la representación, ya nadie nos equivocábamos y si ocurría, teníamos la habilidad de improvisar para que no se notara la equivocación.
El siguiente viernes fuimos mi mamá y yo con la señora Elvira, par que me hiciera las pruebas, ya estaba terminado ese hermosísimo vestido azul, con su delantal bordado. Al probármelo, la señora Elvira vio que le hacía falta plegarlo un poco más de un lado, me dice, estará listo para mañana en la noche, entonces vieron mi mamá y la señora Elvira que fruncí el ceño y me preguntaron que por qué. Entonces les dije que mañana sábado en la tarde iba haber el ensayo final con la coreografía y los trajes correspondientes, en eso vi que la señora Elvira se quedó pensando, se metió a un cuarto y al ratito salió con un vestido un poco parecido, pero no tan hermosa y me dice –mira Fer, llevas este vestido, no le digas a nadie que no es el que usarás el domingo, que crean que iras con este vestido sencillo, así el domingo vas a deslumbrar a todos, se van a quedar con la boca abierta, ¿no crees? Me pareció magnífica la idea, incluso le comenté a mi mamá cuando íbamos a la casa que no me pondría la peluca y no llevaría las calcetas. También le gustó mucho la idea a mi mamá, jijiiji nos fuimos riendo.
Al día siguiente que llegué al ensayo, ya estaba casi todos, lo curioso es que todos estaba a la expectativa de cómo iba a llegar, al ver que entre con mi ropa común y corriente, como que se decepcionaron, pensaban ver a Alicia, por dentro de mi me reí, solo traía cargando una bolsa que contenía el vestido y un moño para la cabeza. Entonces la maestra les dice a todos, por favor vayan a vestirse que en 10 minutos empezamos, todos nos dirigimos a otro salón que funcionaría como vestidor, en eso me detiene la maestra y me dice –oye Fer yo pensé que te ibas a disfrazar muy bien de Alicia, como te vi tan emocionado en participar en la obra, pero veo que solo traes ese vestido sencillo y ni siquiera tres unos zapatos adecuados- Entonces le dije, no se preocupe maestra, volteé para que nadie nos oyera, lo que pasa es que hasta dentro de dos horas va a estar listo mi vestido, entonces mi mamá y yo decidimos hacerles pensar a todos que no me voy a vestir correctamente, para mañana darle la sorpresa, principalmente a los otros grupos- entonces nos reímos la maestre y yo y fuimos hacer el último ensayo. Al terminar la maestra nos llamó y nos dijo que estaba muy satisfecha con todos nosotros, pues había salido muy bien, no tuvimos ningún error, continúo diciendo; entonces mañana los espero a las once y media en punto, tendremos media hora para arreglar todo lo mejor posible, por favor traten de venir ya con sus disfrácese para ahorrar tiempo, bueno ya se pueden ir. Salimos de la escuela y mi mamá ya me estaba esperando, pues teníamos que ir por el vestido. Llegamos a la casa de la señora Elvira y el vestido ya estaba terminado y dentro de una bolsa transparente, se veía hermosísimo.
Aprendiendo a comportarse
como niña.
Al día siguiente nos paramos para acabar temprano el quehacer de la casa que hacíamos todos los sábados. Al terminar, comimos y al final descansamos un ratito. Me dice mi mamá, súbete a bañar, mientras preparo todo, te dejo tu ropa en la cama. Mi mamá me había preparado un baño de tina, con sus aceites perfumados, yo disfruté ese baño, hasta que el agua se empezó a enfriar, abría la regadera y me enjuagué, salí me sequé y al fina salí del baño a la recámara, dirigiéndome directamente al cajón de mi ropa interior, entonces oí que mi mamá me decía, tu ropa interior también esta en la cama. Cerré el cajón y me volteé caminado hacia la cama, mi sorpresa fue que mi ropa interior era el conjunto que mi mamá había comprado de pantaletas con camisetita, esa pantaletas con los olanes, yo me emocioné y rápido me la puse. Entonces se asoma mi mamá y me dice, ¿esta bien esa ropa? Y le contesto apenado, sí mamá. Me puse mis calcetas y mis hermosos zapatos. En eso entra mi mamá con el vestido y me dice, a ver levanta los brazos, te lo voy a poner. Me quedó perfecto, quise ir a verme al espejo y mi mamá no me dejó, me dijo te verás hasta que estés completamente arreglada, y hablo en femenino, Fer, porque en este momento ya eres Alicia, ¿estas de acuerdo? Yo me sonreí y dije sí mamá, acepto. Me puso mi peluca y un poco de maquillaje, al final me vio y vi que se emocionó, anda ve al espejo. Al verme vi a una niña, no había rastro del niño que soy, me di vueltas para ver como la falda del vestido volaba, me gusta mucho mami, ándale toma este pequeño bolsito donde he puesto un poco de tu labial, tu credencial d ella escuela y polvo, por si sudas un poco de la frente y la nariz.
Al llegar a la escuela, me baje del coche con mi mamá y nos fuimos caminado al salón, de reojo vi que se me quedaban viendo, también vi a las otras Alicias, de los otros grupos, y ellos si se veían que eran los chicos solo con un vestido copiados de la película de Waltt Disney. Llegamos al salón, ya estaban algunos de mis compañeros y la maestra, al verme entra, se sorprendió mucho y me preguntó, ¿realmente eres Fernando? Yo solo asenté la cabeza, me dijo te ves muy bien, te ves como una niña. Entonces se acercaron mis compañeros, y en lugar de burlarse de mi se admiraron también, y dijeron, de seguro ganamos el premio, si nos sale muy bien nuestros diálogos y tu que pareces realmente una niña, seguro que ganamos. Se iniciaron las actuaciones, empezó el primer grupo, nosotros éramos el tercero. Al fin nos tocó, yo hice gala de lo que mi mamá me había enseñado, la forma de sentarme de tomar la taza del té, en fin todos esos pequeños detalles. Por suerte nadie de nosotros nos equivocamos en los diálogos, así es que estuvimos espléndidos. Después siguieron los demás grupos hasta llegar al final. Empezó la espera, todos el grupo incluyendo a la maestre estábamos muy nerviosos, pues aunque habíamos sido superiores a los demás grupos, siempre entran los nervios. De repente se acerca a nosotros uno profesor del jurado y llama a la maestra, inmediatamente corrió el rumor que nos iban a descalificar, todos nos volteamos y nos preguntábamos que por qué.  Nos quedamos
Alicia, la niña en que se inspiró
Lewis Carroll, para escribir
tan maravilloso cuento.
viendo fijamente todos a la maestra y a los maestros del jurado, de repente todos voltean a verme y asientan la cabeza en forma afirmativa, entonces la maestra regresa con nosotros con una sonrisa de oreja a oreja, eso nos indicaba que todo estaba muy bien. Nos dijo, silencio que van a anunciar al ganador.  Entonces el profesor presidente del jurado, dice, el grupo ganador es el de la maestra Pastrana, inmediatamente gritamos ¡¡¡eeeeeeh!!! Entonces el presidente del jurado agradece a todos los participantes, tanto actores como los niños que ayudaron a hacer los escenarios y principalmente, a los maestros y maestras que pusieron de su parte su vocación de directores de teatro. El presidente del jurado dice: Quiero mencionar que el grupo ganador se debió a que no tuvieron equivocaciones durante la actuación y, todos los niños actuaron muy profesionalmente, como anécdota quiero mencionar que íbamos a descalificar al grupo de la maestra Pastrana, porque creíamos que el papel de Alicia lo había realizado una niña, pero ella nos aclaró que no, que es Fernando el actor que interpreto a Alicia, así es que quiero que le demos una aplauso pues lo ha hecho también, que todos los presente pensamos que era una niña. En ese momento sentí que mi cara se ponía roja como un jitomate, pero al ver que me aplaudían y que en ningún momento vi caras o gestos de burla, entonces salude ye hice una reverencia, primero como niño y después como Alicia, tomando cada lado de la falda con las manos y haciendo la típica reverencia de damas, en ese momento aumentaron los aplausos, me sentí soñada en ese momento. Al terminar nos dice la maestra, niños vamos a la reunión que tenía preparada para este momento, pues estaba segura d que ganaríamos. Entonces los niños con disfraz nos dirigimos al cuarto para cambiarnos, pues mi mamá me había traído mi ropa. Entramos al cuarto y empezamos a sacar la ropa normal pero, al abrir mi bolsa resulta que había unos trapos de cocina y una toalla, entonces salí a decirle a mi mamá qué esa no era la bolas, entonces me dijo ¡ay! Me he equivocado y te traje la bolsa de la ropa sucia de la cocina, jajajaja se rió mi mamá, pero yo me puse nervioso y le dije que voy hacer, me dice mi mamá –cálmate, ahora hablo con tus compañeros y tu maestra del error que cometí- y así fue, hablo con mis compañeros y con la maestra, la reacción de todos ellos fue completamente positiva, no había problema, además, me dijo la maestra, tú te vez normal, como una niña disfrazada de Alicia, jijijijiji. Entonces eso me dio ánimos y asistí a la fiesta como Alicia. Los ánimos de la fiesta eran muy buenos, pusieron música y todos los chicos se pusieron a bailar, y me puse a bailar como chica, en momentos agarrando la falda y dando vueltas, todos perfecto, nadie dijo nada de mi comportamiento femenino. Al final ya que nos íbamos mi mami y yo, nos dice la maestra, Fer, de repente se me olvido que eras un chico y pensé que eras una niña común y corriente, se lo comenté algunos chicos y sus papas y, ellos también llegaron a la misma conclusión, te felicito, gracias maestra, esto se lo dije ya con orgullo, ya se me había pasado cualquier rastro de pena, así salimos caminando a nuestra casa mi mamá con su hija Alicia… 
Debo comentar que el siguiente año, nos tocó representar a Romeo y Julieta, ¿quién creen que hizo el papel de Julieta? Como fue una versión moderna, use una minifalda, por primera ves me puse medias y zapatillas de tacón alto… Bueno esta es otra historia que les contaré después...

Hasta la Próxima
 Su amiga Nanda