lunes, 11 de diciembre de 2017

Los Avatares de Diana Mariza

Muchas Cosas Fuertes Suceden en Nuestra Niñez y nos Marcan la Vida.  Ahí se Forman los Agujeros Negros en Torno de los Cuales Gira Nuestra Personalidad y, el Futuro de Nuestras Vidas

Diana Mariza Ruíz

Este texto, es la biografía autorizada de mi amiga Diana, claro que he puesto un poco de imaginación mía, pero realmente un poco. Creo que muchas se sentirán identificadas con los avatares de la magnífica Diana.  Atentamente: Fernanda del Mar


Allá por los años 60 del siglo pasado, nací en el seno de una familia campesina, una familia muy católica, como cualquier familia campesina Latinoamericana y, por lo tanto, muchos hijos, en mi familia, éramos 8 hijos, 6 mujeres y 2 varones. En general es mal negocio para los papás tener más niñas que niños, pues los niños a tempranas edades saldrán a trabajar al campo, ayudando a la economía de la familia. Lo bueno que ya en esta época, con un poco de dedicación de los papas, muchos niños podíamos acceder a la escuela, aunque la mayoría desertaban por cuestiones económicas (hasta hoy en día así pasa). Yo tuve el empeño de estudiar lo más posible. Por esta razón empecé a destacar entre la “pila” de primos que éramos, pues entre los hermanos de mi mamá y mi papá, sumábamos más de 25 niños, por lo que cuando nos reuníamos para las fiestas de las navidades, era una competencia en todo, absolutamente en todo. Estaba Paco, que era el que más corría, Toña que imitaba muy bien a Claudia de Colombia, en fin, así varios de mis primos, yo, por no ser aficionado al deporte y malo para las relaciones públicas,  así es que lo único en lo que podía sobresalir era en los estudios. Cuando les explicaba algo a mis primos, me oían con mucha atención y, de alguna forma me hacía sentir muy bien, y yo sabía que de alguna manera, llegaría a ser alguien importante en el futuro.
Cafetal a pie del volcán

Curiosamente, mis primeros recuerdos de mi vida, es la reunión de navidades cuando yo tenía 4 años, como yo era de los más chicos en ese entonces (ya que al paso de unos años pasé a ser de los de en medio, pues la mata seguía pariendo chiquillos), por lo tanto nos mandaban a jugar con las niñas, para que no nos pasará nada, pues los juegos de los niños mayores eran muy rudos y, nos mandaban con las niñas con el pretexto que que ellas se fueran entrenado, ya que en el futura serían mamas.
Era costumbre de mi familia, hacer una obra teatral, en la que se trataba de que participáramos todos los niños y un que otro mayor, para los papeles difíciles. Muchas de estas obras teatrales, tenían que ver con las llamadas pastorales, donde se recrea el empeño de de satanás por evitar el nacimiento de Jesus, por ser de los más pequeñuelos, me vistieron de pastorsito, y a una de mis primas la vistieron de pastorsita, y así, a los demás los disfrazaron de borreguiles cochinitos, etc. Yo protesté con mi mamá, pues mi disfraz era extremadamente simple, un calzón de mata y una camiseta también de manta y huaraches, en cambio a mi primita le pusieron un vestido que tenía lentejuelas, tenía una diadema roja brillante, lo mismo sus aretes, en fin se veía espléndida, entonces le dije a mi mamá que yo quería vestirme como mi prima, oh! Error, recibí una regañada muy fuerte, como si yo supiera las diferencias entre ser niño y niña. Recuerdo con tristeza que de esa regañada no debía nunca volver a preguntar por que yo no podía vestirme tan llamativo como mi prima. El problema fue, que aunque me dio miedo y en principio debería haberme olvidado del asunto, se me metió más en la cabeza. Después de esa fiesta, y aún con mis 4 años, no se me salía de la cabeza el poder ponerme toda esa ropa maravillosa que le habían puesto a mi prima, y todos los adornos, no entendía por que un niño no podía vestirse así…

Las niñas hermosamente vestidas,
en cambio los niños su traje muy simplón.
Al paso del tiempo, aprendí a reprimir mi impulso de vestirme hermosamente, con el fin de no ser criticada, humillada y castigada, principalmente por mis familiares. Esta situación me lleno de inseguridades, de pensar que el amor  de padres a hijos o entre hermanos estaba muy condicionado cómo me vestía (ya mayor y con estudios, entendí que las normas sociales son implacables con quien no las cumplimos y, estas normas están basadas en puros prejuicios). Pero en fin, logré pasar por un chico del campo normal. Al poco tiempo, mi papá enfermó gravemente, en unas cuantas semanas falleció, esto fue traumático para toda la familia, yo estaba  inconsolable, pues él era muy joven, apenas 37 años. De la noche a la mañana nos vimos en una situación muy difícil, pues mi papá era el que hacía la labor del campo en las pequeñas parcelas que teníamos. Aunque recibimos ayuda de nuestros familiares y amigos, mi mamá tenía que tomar una decisión, pues no podíamos seguir en esa situación. Decidimos irnos a la capital, pues ahí había mucha más posibilidades de que mi mamá pudiera conseguir un trabajo con el cual pudiéramos vivir decentemente.
Al llegar a la capital, nos fuimos a vivir temporalmente a casa de un familiar de mi papá. Allí vivíamos junto a sus hijos y una sobrina de su esposa, llamada María, que era más o menos de mi edad y talla. Maria fue la que hizo que nuevamente saliera esa mujer que tenía dentro de mi completamente reprimida debido aquellos regaños de mi mamá. Esto se debe a que María se arreglaba muy femeninamente para salir, yo quedaba hipnotizada viéndola, con mucho interés y un poco de enviado de no poder ser yo la que se arreglaba para salir. La tercera vez que estaba viendo a María, ella se volteó hacía mi y me pregunto, ¿quieres que te maquille? Mira, te pongo mi vestido amarillo, que creo que te gusta tanto. Me puse rojo como tomate de vergüenza, le contesté rápidamente que no, entonces ella me replicó: es que siempre veo que te gusta ver como me arreglo, pensé que a lo mejor te gustaría probar. No María, disculparme, ya me voy… Salí corriendo viendo una sonrisa maliciosa de María, no volví a intentar verla como se arreglaba…  Años después me enteré que María me preguntó con toda intensión para darme un escarmiento y me olvidara de posibles “desviaciones” de mi vida. Pero ya con ese sentimiento dentro de mi de querer ser mujer, tomé el valor para poder ponerme la ropa de María, claro, cuando me quedaba solita en casa, pues sabía que si alguien me veía en faldas, sería un infierno para mi.

La primera vez que me atreví
a ponerme ropa de mujer
Mi primera oportunidad se dio cuando mi mamá y la prima de mi papá se pusieron a organizar una comida en el campo, ya que de alguna forma todos los que vivíamos en la ciudad, realmente éramos campesinos. Finalmente quedó la fecha para ir a esa comida campesina, cuando me lo dijeron, me alegré, obviamente mi mamá pensó que me había alegrado por la salida, pues no, era por que era la oportunidad de quedarme completamente sola en  casa y, poder vestir como sentía mi alma que debía vestir, o sea, como una mujer. La siguiente semana me la pasé pensando como iba hacerle para que me dejaran en casa solita. Pensé en una enfermedad, pero eso solo haría que mi mamá no fuera, así es que pensé que fuera un castigo, ¿pero cómo?
Probando la ropa interior de mujer,
ahí quedé atrapada para toda la vida
El jueves, una semana antes de la salida, estaba en el salón de clase y mi amigo Roberto, hizo una gran travesura, le alzó la falda a una de las compañeras, ella lo acusó, llamaron a la mamá de Roberto y el castigo que recibió fue que el fin de semana tenía que hacer una tarea muy grande, de tal forma que tanto el sábado como el domingo estaría haciéndola, y tenía prohibido salir de su casa, aunque su familia tenía compromisos familiares el fin de semana, la mamá le prometio a la maestra que Roberto se quedaría haciendo la tares los dos día y, pobre de él si no lo hacía, le iba arder mucho su trasero. Inmediatamente al oír esto se me ocurrió que yo podía hacer una gran travesura y de esa forma poder quedarme el fin de semana en casa, ya que la comida campestre incluía quedarse en una publico el sábado por la noche. El fin de semana estuve pensando en la travesura que debería hacer para que me castigaran igual que Roberto. Estuve pensando que yo no sería capas de hacer una travesura como la de Roberto, así es que pensé que debería tener una cómplice que me ayudara a mi fin, o sea, mi castigo. Pensé en Rebeca, que era mi mejor amiga, ya que nos hacíamos confidencias y en general nos queríamos mucho. De repente me entraba culpabilidad y pensaba que era todo un disparate, pero mi deseo de verme como una mujer era muy fuerte, así es que en la primera oportunidad que tuve el lunes, hablé con Rebeca. Ella no entendía por que quería quedarme sola en casa el fin de semana, yo le dije que simplemente quería experimentar esa soledad, que aunque iba a estar haciendo tarea, seguro iba a disfrutar mucho mi soledad. Rebeca aceptó con gusto ayudarme, aunque ella no se creyó el pretexto que le había dado…

Mi travesura imaginaria.
El jueves, Rebeca simplemente fue con la maestra a acusarme de que le  levanté la falda, yo me quedé atónito, pues no me había dicho que es lo que íbamos hacer… Obviamente acabé en la dirección junto con mi mamá y, oyendo los regaños tanto de la directora como de mi mamá. Cuando ya nos retiramos a casa mi mamá estaba furiosa conmigo, y en eso oí las palabras más hermosas que esperaba oír en mis sueños, “Obviamente no iras a la comida campestre y te quedarás solo en la casa el sábado y domingo” y pobre de ti si no haces la tarea que te ha dejado la maestra… No sé por que llevas esa sonrisa, ya veré cuando estés solo en casa sin que nadie te atienda, bla, bla, bla… En ese momento me di cuenta y mi cara cambió a una cara angustiada, no sé que tan convincente era, pero con lo enojada que estaba mi mamá, realmente no se fijó si expresión era o no era real…


Haciendo la tarea por mi
travesura ficticia 
A partir del viernes empecé hacer la tarea, todo el recreo mala pasé haciendo la tarea, en los descansos entra clase y clase, el caso es que logré hacer la mitad de la tarea el viernes. Al llegar a la casa mi mamá me dio instrucciones de que debería hacer el sábado y el domingo, ya que se irían de la casa a las 4 de la madrugada y ya no tendríamos tiempo de platicar. Mi mamá quería que aparte de hacer la tarea que me habían dado en la escuela como escarmiento, tenía que barrer toda la casa y lavar algunos trastes, no hay problema mamá, seguro que lo hago muy bien. Bueno Fernando (qué nombre de varón quieres que te ponga), me dijo mi mamá, ¿porqué le levantaste su falda a  Rebeca? No sé mamá, creo que me dejé influenciar lo que le pasa Juan la semana pasada, sí, dijo mi mamá, oí hablar de ese incidente, solo espero que ninguna otro chico haga esas travesuras, son muy malas, es denigrar a la mujer, eso habla muy mal de un hombre que hace eso. Le dije a mi mamá, te prometo que nunca voy hacerlo de nuevo. Buenos, Fer, ya acuéstate y te paras a las 8 para que empieces hacer la tarea de la escuela y la que te he dejado.
La delicia de la ropa interior.

Al día siguiente me paré a las 8, lo primero que hice fue ir por toda la casa para estar segura que estaba completamente sola. La puerta de entrada estaba cerrada con el cerrojo, mi mamá me había dicho donde estaba la llave, pero solo la podía usar en casa de una emergencia. Después de terminar de revisar la casa, me fui al bañarme, después fui al cuarto de María y habrá sus cajones sede su cómoda, ahí estaba la maravillosa ropa interior, de varios modelos y colores, de telas como la ceda, algo maravilloso, en un cajón bien ordenadas estaban las pantaletas y en el otro los brasieres, un tercero contenía algunos fondos y medios  fondos. Me fui al armario y abrir sus puertas, ahí estaban vestidos, faldas, blusas y, en la parte inferior zapatos, con tacones de diferentes tamaños, iban desde 3 cm hasta los 12 cm, sin punta sandalias, etc.  Tardé como dos horas en escoger cuatro conjuntos, dos para cada día. Me los llevé a mi cuarto con mucho cuidado, pues no quería arrugar ningún de esas ropas maravillosos. Me quité la toalla que traía alrededor de mi cintura, me senté y tomé las pantaletas, eran negras con encajé al frente, me las fui poniendo con mucho cuidado, pues no quería estropearlas, ya que los encajes son muy delicados, cada vez sentía una emoción indescriptible, me di cuenta que no podía ponerme esa hermosa prenda si no descargaba toda esa emoción que sentía. Me fui al baño y descarga toda mi emoción, me bañé nuevamente haciendo énfasis en mi… para no dejar olor alguno en las pantaletas y ser descubierta. Ya tranquila fácilmente me puse mis pantaletas y el brasier, al verme en el espejo, no sé si era le emoción, pero vi el cuerpo de una chica, con sus curvas correspondientes (inmediatamente me imaginé que de seguro que con todo el atuendo, maquillaje y la peluca de mi mamá, me vería fabulosa…
Me fui al cuarto de mi mamá y me senté en su coqueta, me quedé viendo todo lo que tenía mi mamá para maquillarse, mi color faborito es el rojo, tanto en el labial como en el barniz de uñas. Aunque solo vi a María tres veces como se arreglaba, lo aprendí muy bien, así es que empecé con la base, lo bueno es que yo saqué el color de piel de mi mamá, o sea que su base me sentó perfectamente. Después maquillé mis ojos y el rubor y…  pues había ensayado mimicamente  miles de veces el ponerme el maquillaje de mi mamá y ahora, era una hermosísima realidad. Con mucho cuidado me puse la peluca y al verme en el espejo quedé impactada, estaba viendo a mi mamá de joven, eso me hizo estremecerme de pies a cabeza y, me di cuenta que yo era una mujer realmente. Al darme cuenta de esto, se me quitó esa preocupación de que siendo un niño me gustara  ponerme cosas de niñas, dentro de mi, dejaba de ser un “bicho raro”, pues me quedaba muy claro quién era yo realmente, una mujer.

Poniéndome una falda 
Regrese a mi cuarto, y tomé un vestido muy bonito, era con falda tipo “A” sin mangas y se cerraba con “zipper” por la espalda. Me costó trabajo cerrarlo, pero al fin lo pude hacer. Me puse unas zapatillas de mi mamá, ya que las de mi prima no me quedaban, ella calzaba muy pequeño. AL fin terminé, yo mismo no me reconocía, en mi imagen reflejada por el espejo no se veía nada masculino, era una imagen completamente femenina. Todo esto me llevó toda la mañana, así es que ya tenía mucha hambre, así es que fui a prepararme mi comida, mi mamá me dejó mi comida en el refrigerador, así es que solo tenía que sacarla y calentarla en la estufa, tuve mucho cuidado de ponerme mi delantal completo, para no ir a manchar el hermoso vestido.
Después de haber comido y hecho los quehaceres que me indicó mi mamá, me puse a terminar mi tarea, pues ya me quedaba poco, debido al adelanto que hice el viernes quedó poco de hacer. Como no tenía nada que hacer, decidí salir a la terraza viendo a la calle, el aires soplaba levantando levemente la falda del vestido y de repente oigo un silbido, esos que se le echan a las muchachas bonita, volteé y vi que era uno de nuestros vecinos, así es que me metí inmediatamente, con mucho miedo. Al ver que no pasó nada, ya que el vecino siguió caminado y entró a su casa. Ese hecho, me dio un poco de valor y volví a salir a la terraza, y cuanto muchacho pasaba se me quedaban viendo, y, algunos me decían piropos, yo estaba feliz, encantada de que me admiraran como una mujer…
Tiempo después mi mamá logró reunir lo suficiente para podernos cambiar y vivir independientemente. Yo tuve dos sentimientos encontraos, primero estaba feliz de irnos a vivir solo la familia, pero por otro lado ya no podría usar esa ropa fabulosa de María, que creo que siempre supo de mi gusto por se una chica.
Siempre estudié, para no repetir con mis
hijos, lo que me pasó en mi niñez
Yo siempre me di cuenta que si quería salir de la pobreza, tenía que estudiar, pero la economía de la familia no lo permitía, por eso me puse a trabajar en mis tiempos libres, para no dejar de estudiar y, poder obtener mi título de Bachiller y, con esto poder acceder a una carrera Universitaria.
Algo que siempre me di cuenta, era que las mujeres me gustaban desde el punto de vista sexual, me agradaba las caricias, su olor, en fin… esto me llevó a tener novias, escapadas a prostíbulos. En los cuartos de las prostitutas, aprovechaba para apoderarme de un lápiz labial o rímel para las pestañas y algunas otras cositas. Desgraciadamente todo estos “botines” que robaba, tenía que deshacerme de ellos, pues en la casa que vivíamos la familia era tan pequeña que no había donde esconderlas.
Esto, me obligó a tratar de independizarme de mi mamá, trabajé lo más posible sin dejar de estudiar. Finalmente logré juntar la fianza que me pedían para poder  ocupar un departamento. Cuando llegue a mi departamento cargando mi cosas, me dio una sensación de libertad absoluta, inmediatamente, lo primero que hice fue poner la poca ropa de mujer que tenía en ganchos y en mis cajones, mi único par de zapatillas, en su lugar, a la vista de todos, claro, esos todos era yo solita. Sentí que al fin llegaba a mi casa, que había estado viviendo en casas ajenas donde había reglas muy restringidas.
En mi trabajo prosperé bastante, un día mi jefa me preguntó si quería irme a la capital, pues había un puesto con mejor paga. no lo pensé dos veces, inmediatamente le dije que sí.  Para mi era la oportunidad de poder sacar a esa mujer que llevaba tanto tiempo dentro de mi y que, solo en ocaciones se asomaba  a la luz tímidamente…
Conocí a varios compañeros tanto del trabajo como del edificio donde llegué a vivir.   Al poco tiempo me hice amante de una vecina, Sonia, quedamos que solo era sexo, que no estábamos enamorados mutuamente. Pero, como siempre resultó embarazada, así es que nací mi primer hijo. Pasó el tiempo y conocía una chica maravillosa, Rocío, prono nos hicimos novios. Aunque teníamos un hijo Sonia y yo, habíamos quedado que solo tendríamos sexo, que no formaríamos una pareja, pero cuando Sonia se enteró de Rocío desapareció junto con mi hijo, nunca supe más de ellos dos.
Al convivir más tiempo con Rocío, me di cuenta que ella estaba tan enamorada de mi como yo de ella, ahí es que decidí contarle sobre mi deseo de ser mujer. Le conté todo, lo que sentía, lo que quería hacer, pero también le dejé muy claro que desde el punto de vista sexual, solo a ella la deseaba.  Pasamos momento muy felices, yo podía estar vestida completamente como una mujer y ella no ponía ningún repara, hacíamos el amor en pantaletas y brasieres, que depuse salían volando de entra las sábanas. Al paso del tiempo, empezamos a tener problemas, no sé si a final de cuentas sí le afectó mi feminidad o no, ella decía que no, pero sus pretextos para encontrar disgustos, eran muy infantiles… Finalmente decidimos divorciarnos. Nuevamente quede solo, pero con muchos ánimos de seguir viviendo mi feminidad… En esta nueva época de mi vida, empecé a vivir una dualidad, en la mañana me arreglaba para ir a trabajar como un hombre bien vestido y, mi comportamiento completamente masculino y, en la noche me convertía en una mujer, bien vestida, sin caer en la vulgaridad, pero tampoco en una hermana de la caridad. Yo era muy feliz, con esta vida, me pasaba por la mente ir más lejos y, tratar de día a día pasar más tiempo como mujer.
Así debimos habernos visto mi esposa y yo
Al paso del tiempo conocí a una mujer fabulosa, de la cual me he enamorado y tuve la suerte que yo le gusté. Pero antes de hacernos novios, le conté sobre mi dualidad de género, ella inmediatamente me aceptó, incluso con muchos ánimos. Ya como novios me daba consejos sobre cómo debía de vestir, cómo maquillarme, etc. No nos podíamos casar, pues ella todavía estaba casada,pero estaba ya en lo trámites del divorcio. Al fin pudimos casarnos por el civil, en la ciudad de Maracaibo, en Venezuela, ya que por parte de mi compañía hice una estancia de un año. Apoco tiempo tuvimos un hijo y dos años depuse nací mi segundo hijo. En esa época de mi vida, era extraordinariamente feliz, por un lado estar criando a mis dos hijos, y una esposa que me adoraba, así como yo a ella. El apoyo era tan grande sobre mi feminidad, que consiguió hormonas para empezar a femenina mi cuerpo. Recuerdo que al principio íbamos a las tiendas departamentales, yo con mi ropa de hombre, y pasábamos hora en la rompas y accesorios para dama. Y un día, quedamos de ir a una de estas tiendas en la tarde, al terminar de comer, me dijo mi esposa que me bañara, y como la adoraba, le obedecí, al salir del baño, me tenía preparado toso un conjunto de ropa y accesorios de mujer. Me vio y me dijo que iríamos como dos amigas de compras. Yo emocionada le dije que sí, mis pues esa idea también me había pasado pro la cabeza, solo que pensaba que debía esperar un poco más. Fue hermosa cuando las dependientas se acercaban a nosotras y nos decían, -…les pudo ayudar en algo señoras…-, -…señoritas, tengo esta otro modelo…-, etc.  Salimos con varios paquetes de la tienda, fuimos a cenar a un buen restaurante, nos recibieron muy amablemente, pasen señoritas, tenemos mesas aquí y allá, señalamos una cerca de la ventana, al llegar, dos mecerían nos abrieron las sillas para sentarnos, yo me sentía soñada, por primera vez me sentía una mujer completa. Esto, creo, se debe a que mi imagen era completamente femenina, solo vi sonrisas en todas las personas que nos atendieron, finalmente fuimos al cine, ya en la obscuridad nos besamos, creo que nadie nos veía, pues la mayoría estaban haciendo lo mismo…





Pero vino la desgracia, a mi esposa le descubrieron una enfermedad mortal, y a los ocho meses la perdimos, ahora era una padre con soda hijos, … 
Pero a partir del día que me quedé solo en la casa, decidí que Diana debería vivir para siempre y, enterré a Fernando com había enterrado a esa maravillosa mujer…
Ya casi a mi sétima década, vivo en mi ciudad de mis recuerdos, soy profesora y doy clases en la Universidad, todos me conocen como la profesora Diana, y yo, soy muy feliz. En la calle hay veces que me cruzo con familiares, los que tiene más prejuicios,  prefieren cambiarse de acera y no cruzar su mirada con la mía, pero tengo sobrinos que me adoran, soy su tía Diana.

Lo mejor de todo, es que mis hijos aceptan a Diana, aunque no dejo de ser su papá, siempre me hablan en femenino y me dan todo el cariño de hijos…

Les mando un beso y un abrazo desde la hermosa Colombia.

viernes, 3 de noviembre de 2017

Un Problema de Pantimedias.


Hola Amigas

Todo esto pasó el la tarde casi anocheciendo del 25 de septiembre del 2013
Pasaba por los pasillos de una de las tantas plazas comerciales de la metrópoli, cuando vi un carrito con mercadería Hindú. Me paré a ver de cerca la mercadería, y vi el tipo de maquillaje que usan las hindúes para sus ojos, siempre me ha gustado el maquillaje hindú, es muy contrastante, claro una sabe que le queda y que no, en mi caso es difícil ese tipo de maquillaje de ojos, por la forma de mis ojos. Pero me atreví a comprar un lápiz y un rímel, hechos con los ingredientes Indus.



El vendedor me recomendó que el rímel primero se pone en la parte superior de las pestañas de arriba a bajo, yo hice una cara de extrañeza, entonces él insistió que  así lo debía de hacer. Agregó, después lo hace como se acostumbra, de abajo hacia arriba, vera usted que quedarán muy bien las pestañas.  Pase por mi peluca que la había mandando peonar.

Al llegar a la casa empecé a arreglarme, seguí al pie de la letra las instrucciones del vendedor Hindú, y Oh! Maravilla, mis pestañas se agrandaron y se rizaron hacia arriba, toda vía no entiendo la razón de este efecto, pero me gustó mucho como quedaron mis ojos.

Terminé de maquillarme y empecé a vestirme, me puse mi corsette y encima mis pantimedias, después mi blusa y mi falda, finalmente mis zapatillas favoritas, con ellas puedo caminar y caminar sin sentir ningún cansancio.

Al fin quedé más o menos a mi gusto, en general me gusta maquillarme de forma ligera. Me puse mi falda de rayas negras y color perla. Me puse una blusa negra con un adorno al frente. Me puse mi perfume “Tresor” de Lamcome.

Le hable por teléfono a un amigo para saber que camino seguiría al centro de la ciudad, pues había decidido ir a caminar al Centro Histórico y después ir a cenar al Samborns de los Azulejos. En cuanto supo mi amigo que es lo que quería hacer, inmediatamente me dijo que no lo hiciera, pues el Centro Histórico estaba completamente desquiciado por las marchas de los maestros. Entones mi decisión fue irme, al sur de la Ciudad de México, decidí ir a comer a un restaurante Italiano que se encuentra a media cuadra de Liverpool de Insurgentes.



Me subí a mi auto, y gracias a que puedo viajar por la parte superior de periférico, llegué como a las 6 de la tarde, a esa hora ya mi pancita me pedía a gritos que le echara un poco de comida. Quiero aclarar que a mi no me gusta entrar a baños públicos, no tanto por la cuestión de higiene, pues en los restaurantes están limpios, sino por miedo a que me saquen del baño por darse cuenta que no soy una mujer real, por esta razón, el día que voy a salir, no tomo ni bebo nada desde que me paro en la mañana, para asegurar no tener que ir al baño en el día.
Soy una niña totalmente Lancome


Esto siempre me ha funcionado muy bien. Al fin llegué a la zona de Liverpool, decidí entrar a su estacionamiento, logré encontrar lugar en el tercer piso. Salí de auto, lo cerré y empecé a caminar, de repente sentí algo raro entre mis glúteos y mis piernas, era la pantimedia que se me había resbalado, rápido regresé al auto para arreglar el problema.  Pensé que había quedado resuelto, así es que volví a salir y me encaminé al elevador. Como hace mucho que no iba a ese Liverpool, no me acordaba como se conectaba ese estacionamiento con la tienda. Bajé hasta el sótano, y empecé a caminar para encontrar una puerta o las escaleras automáticas para subir al primer piso y poder pasar a la tienda. Después de recorrer casi todo el sótano, al fin encontré las escaleras, al ir subiendo nuevamente sentí que mis pantimedias se bajaban. Entonces me di cuenta que este problema no se solucionaba con subirlas, pues mi error fue ponerlas por arriba del corset y como era tela muy liza, las pantimedias se iban resbalando. Al fin llegue al primer piso de la tienda, rápidamente me dirigí al restaurante, para sentarme antes que se cayeran completamente las pantimedias. Al llegar al restaurante, la hoster me dio la bienvenida, la saludé y le sonreí, entonces me preguntó cuantas personas, le dije una y me quede parada esperando a que ella pasara, pero vi que ella se quedó parada también, así pasaron unos 10 segundos, no nos movíamos, entonces ella hizo el ademán con la mano que yo pasara, entonces reaccioné que yo era una chica y además, la clienta, así es que rápido di el paso para entrar  empecé a caminar hasta que llegamos a mi mesa. Inmediatamente me llevaron la carta y pedí de comer,
Soy una niña totalmente Lancome

una lasaña clásica. La única solución que le vi a mi problema de las pantimedias, era quitármelas, pero ¿en donde podía quitármelas? Traté de hacerlo en la mesa, pero me di cuenta que el mantel no cubría completamente la parte baja de la mesa y, enfrente de mi estaban dos chicas platicando, o sea que si trataba de quitármelas, de seguro se darían cuenta. Pues ni moda, decidí ir al baño (en general no me gusta ir a los baños de damas, para evitar cualquier problema), me paré y bajé unos escalones, en eso me preguntó un mesero que deseaba, le sonreí y le pregunté por el baño, inmediatamente me señaló donde estaba diciéndome, allá esta el baño para damas, di las gracias y me dirigí a él. Al entrar al baño, puse el seguro y rápido me quité las pantimedias y las guardé en mi bolso, me lavé las manos me arreglé un poco, quité el seguro abrí la puerta, en eso estaba una señora esperando, le sonreí y me devolvió la sonrisa. Calmadamente me dirigí a mi esa, ya estaba ahí la carta, pasé un buen rato escogiendo, no me decidía entre una carne a la parmesana y la típica lasaña. Me decidí por la lasaña, llegó el mesero, un chico de buen ver, y con una sonrisa me preguntó ¿Ya decidió Ud señora? (realmente cuando se dirigen a mi como señora, señorita o dama, me siento en las nubes y más me siento mujer, se me olvida que soy un chico con faldas y un poco de maquillaje), sí jóven, quiero la lasaña-- ¿y de tomar señora? Un vaso de vino de la casa por favor, con gusto señora.
En el baño de damas quitándome las pantimedias.
Pasaron como 15 minutos y me trajeron mi lasaña. Ya me había tomado mi copa de vino, así es que pedí otra. Comí lentamente para disfrutar mi paseo. Pasaron dos comensales frente a mi, ambos señores me sonrieron y se fueron a su mesa. Para ese momento yo ya estaba completamente relajada y disfrutando todo. Me llamó la atención que tanto las señoras que estaban frente a mi, como los señores que entraron después de mi, no vi en ningun momento que se quedaran “cuchichando” como me ha ocurrido en otras ocasiones, cuando nuestras miradas se cruzaban, solo sonreíamos mutuamente. Ya no me importaba si se daban cuenta que realmente no era una Chica, todos me habían tratado como tal, así es que yo, feliz.  Terminé de comer, pedí la cuenta y pague. Al pararme de mi asiento, el mesero me ayudó, siempre me agrada que los caballeros tengan atenciones hacia mi. 

Al salir a la calle, sentí una sensación diferente en mis piernas, pues ahora estaban expuestas al viento, pues ya no traía mis pantimedias. Me sentí feliz y empecé a caminar hacia Liverpool sintiendo esa brisa de aire entre mis piernas.
Siempre que ando en la calle, me entra el temor de que inmediatamente las personas que me ven, se dan cuenta que no soy una chica. Pero ese temor se mezcla con el deseo de de seguir adelante, sintiendo esa sensación de traer falda y oyendo el toc, toc que hacen los zapatos contra el cemento de la banqueta.

Al fin llegue a Liverpool, me tomé una foto, ya era prácticamente de noche, solo se veía la luz de día detrás del cerro del Ajusco.
Enla fuente de la entrada principal de Liverpool.



Entré para ir al estacionamiento. Al pasar por la zona de los perfumes, una amable dependienta me ofreció una muestra de un perfume, obviamente perfume de mujer.
Ella en ningún momento hizo algún gesto de ver algo raro en mi, siempre con una sonrisa. Seguí caminando hacia las escaleras automáticas para ir al sótano y  tomar el elevador.


Dentro del elevador.
Las personas empezaban a irse y, obviamente habíamos varias personas esperando el elevador. Al abrirse la puerta, un señor me dejó pasar primero, al entrar vi mi reflejo en los espejos del elevador y, sinceramente lo que vi, me agradó mucho, vi a una mujer, no a un hombre disfrazado de mujer. Eso me puso una enorme sonrisa en mi cara, llegamos al tercer piso y nuevamente los señores me dejaron pasar primero. Me dirigí a mi coche, me cerciore de que no había nadie, y me tomé una foto junto al auto.


Me subí a mi auto, de repente me doy cuenta que no hice el pago del estacionamiento, así es que regresé para pagar y poder salir de Liverpool.

Finalmente me subí a mi auto, quise ir al cine, pero el tráfico estaba de miedo, así es que me enfilé a mi casa, tardé en llegar casi tres hora, que cuando está el tránsito normal, tardo una hora y media, en fin son los gage de vivir en la gran ciudad, lo bueno es que yo solo voy de vez en cuando... Así es que no estoy neurótica cuando manejo...

Ya en casa, modelando antes de tomar un cafecito con mi mami.





Gracias por haber leído esta historia.

Les mando un beso tronador y un abrazo de Oso.

Su amiga






Fernanda
Publicadas por Fernanda del Mar a la/s 13:44 No hay comentarios.:
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viernes, 20 de octubre de 2017

A Donde Ir y Como Vestir para Disfrutar Nuestra Feminidad



Durante todo este tiempo que he estado en “facebook”, he visto como el movimiento LGBT ha ido tomando fuerza, pero no como grupo de “choque” que quiere tomar sus derechos por la fuerza, sino poco a poco, estos grupos han ido concientizando a la sociedad, incluidas las autoridades de los diferentes niveles, claro, apenas es el inicio, pues no faltan las terribles noticias de los feminicidios de nuestras compañeras, pero es un hecho que ya ha cambiado la sociedad, al menos desde mi punto de vista. Ahora cuando entro a un restaurante en zonas comerciales (centro de la Cd, zona rosa, CU, la zona del Chopo, etc.) me tratan como a una mujer común y corriente, claro, mi intención es precisamente esa, mezclarme entre la gente y ser una mujer más entre todas ella… Por supuesto, siempre hay algo que se nos escapa y alguna persona perspicaz, se sospecha y, más nos escudriña hasta que concluye en nuestra naturaleza y con eso, se quedan conformes y dan media vuelta para atender otros asuntos (antiguamente, lo que hubiera pasado, es que hubieran arremetido contra nosotras). Antiguamente, cuando salía, era tal mi miedo que me descubrieran, que trataba de ir por la noche y por lugares solitarios y más o menos obscuros, veía una persona que se me acercaba y le daba la vuelta, pasaba alguien frente a mi y, volteaba la cabeza, y así, comportamiento totalmente tonto. 
Les platico lo que me pasó por seguir esta práctica de andar por lo obscurito y solitario. Esto me ocurrió un verano de 1975, ya trabajaba y podía darme el lujo de comprarme mi ropa y zapatos, así como pelucas, incluso compré mi primer auto, un Renol 12 color mamey.


Mi primer auto


Recuerdo que fui a la calle de Correo Mayor a comprarme un conjunto de blusa y falda, lo encontré, era negro con estampado de lunares blancos, La falda era amplia y llegaba por arriba de la rodilla, la blusa era sin mangas. Compré unos zapatos negros de unos 9  cm de alto del tacón. Pasé al Aurrera de Av. Universidad y compré dos juegos de ropa interior, uno rosa y otro blanco. Me compré por primera vez un bolso, era negro con la forma clásica de los bolsos de los años cincuenta. La peluca que compré se llamaba Angélica María, me encantó,
Así era mi peluca, hermosa
pues era espectacular. Lo bueno de esta peluca es que no era necesario llevarlas al salaron de belleza para peinarlas, fueron las primeras pelucas con forma permanente, sí había que pasarles un cepillo, pero nada más.
Llegó el día de arreglarme y salir, fue un sábado, mi lugar para arreglarme, fue el departamento de mi amiga Tina, ella se había ido con mi hermano a la casa de mis papas, o sea, el departamento era para mi solita. Obviamente había comprado mi juego de maquillaje y, de alguna forma del ver tanto a mi amiga Tina como se maquillaba, traté de hacerlo como ella. Me puse mi labial rojo como siempre me ha gustado, agarre mi bolso y salí. Bajé las escaleras como otras ocaciones y, parecía que siempre que salía de ese departamento vestida hermosamente, me encontré a unos vecinos subiendo las escaleras, como eran dos muchachos, inmediatamente se hicieron a un lado para que yo pudiera pasar, con mi miedo, inmediatamente bajé la cabeza para que no me vieran la cara y me descubrieran. Ya en la calle, me subí a mi auto y me dirigía al centro de la cuidad, quería ir caminado por San
Más o menos así era mi falda.
Juan de Letrán, ya que ahí había uno señores tomando fotos a los transeúntes, dejé mi auto entre las calles José María Marroquí  casi esquina con ayuntamiento. De ahí me fui caminando por Marroquí hasta llegar Victoria. Ya eran pasaditas de las 8 de la noche (en esos años el centro lo cerraban a ls 8 de la noche), ya casi todas las tiendas había cerrado, por ser sábado, quedaba poca gente en las calles. Eso era lo que yo quería, que no hubiera gente para que no me vieran… 


Al empezar a caminar, me sentí feliz, pues no veía a ninguna persona, mi toc, toc de mis zapatos me embriagaba de felicidad, en eso veo que viene un hombre caminando hacia mi, al verlo, vi que iba bien vestido, de traje y corbata, en esa época una persona vestida de esa forma, se pensaba que era decente. Entonces me dije a mis adentros, no pasará nada, simplemente no lo veo a los ojos y cada quién por su camino. Cuando estábamos a punto de cruzarnos, desvió su camino hacía mi, se acercó a mi oído y me dijo: “Yo me como este Biscocho” y siguió su camino.



Este señor fue tan rápido que ni siquiera me dio tiempo de sobresaltarme, seguí caminando pero a una cuadra de distancia de que me -biscocharan- me entró el miedo, pero lo pude controlar, seguí caminando dos calles más hasta llegara Independencia, ahí di vuelta en dirección de San Juan de Letrán, pensando en encontrar a los fotógrafos.






La calle estaba prácticamente sola, solo se veía la luz de una tienda de juguetes que se encontraba en la esquina de Independencia y López, estaba un muchacho empezando a bajar la cortina de la entrada de la tienda, al llegar a la esquina decidí cruzar en diagonal a la banqueta (acera) de enfrente, para no pasar cerca de este muchacho. Al ir cruzando la calle, oí que el muchacho le dijo a otro, ven mira que chica tan hermosa,  en eso volteé a verlos, me vieron la cara y regresé mi cabeza, entonces el muchacho que no había visto le dijo al otro, creo que es hombre, el otro le replicó, cómo va ser, mírala que hermoso cuerpo… después ya no alcancé a oír que decían. Pero me quedé pensando que si las personas se me quedaban viendo un momento, podían darse cuenta de mi naturaleza. Pero por otro lado, pensé que las opiniones de estos dos muchachos estuvieron divididas, o sea, uno de ellos vio a una mujer que le gustó…


En eso, llegué a San Juan de Letrán, todavía había un poco de tráfico vehicular, pero por las banquetas ya muy pocos gente, obviamente los chicos que toman fotos a los  transeúntes ya no estaban… Así es que decidí irme caminando por San Juan de Letrán hasta llegar a Arcos de Belén de ahí, a la Av. del Buen Tono (en esa calle nací, en una vecindad que ahora es un estacionamiento) y subir hasta Ayuntamiento y llegar a Marroquí para subirme a mi auto.   Pero cuando iba caminado por San Juan de Letrán, casi al llegar a la calle de Victoria, vi a tres niños (de unos 12 años) que estaban aconsejándose, los pasé y de repente veo a uno de ellos que caminaba a mi lado, no pensé nada malo, pero súbitamente sentí una mano agarrando mi pecho, rápido di un golpe en su brazo, pero lo sacó antes de acertar el golpe, así es que apenas si lo toqué, corriendo fue con los otros dos niños y se metieron a un zaguán, obviamente no fui tras ellos, pero me sentí impotente y extremadamente vulnerable. Ya no fui hasta Arcos de Belén como había planeado, me di vuelta en Ayuntamiento y caminé lo más rápido a Marroquí para subirme a mi auto, toda vía al pasar por la esquina de Dolores había unos jóvenes jugando rayuela, al verme solo me chiflaron y gritaron frases ofensivas, yo ya estaba muy nerviosa, solo aceleré lo más posible mi paso. Al entrar a mi auto, sentí un alivio, pero estaba tan alterada que me quedé como 15 minutos sin hacer nada, obviamente cerré las portezuelas con los seguros.


Ya calmada, y que realmente no ma había pasado nada malo, decidí ir a la zona rosa, salí hacia San Juan de Letrán para tomar la Av. Arcos de Belén y dirigirme a Av. Chapultepec. Al llegar a la estación del metro Chapultepec, estacioné mi auto en una de las calles cercanas al metro. Me bajé, había mucha más gente que en el Centro, empecé a caminar, temerosa de que había mucha gente, pero rápido me di cuenta que nadie me “pelaba”, eso hizo que me fuera hacía las calles de la zona rosa y, ¡Oh! Maravilla, nadie se preocupaba por mi, todo mundo en sus asuntos, entre más me acercaba a la zona rosa, más gente había y mucho menos me hacían caso. Solo ocurrió que unas personas que estaban haciendo cola para entrar a un centro nocturno, al pasar yo, me dieron un pequeño  empujón, rápido se voltearon las chicas y los chicos para disculparse haciéndose a un lado para que pasara, yo solo sonreí los miré y seguí caminando, todos ellos regresaron a lo que estaban haciendo, no oí ninguna alusión sobre mi.
Desgraciadamente no pude encontrar un lugar donde me tomaran una fotografía, pues estoy casi segura que me veía extraordinariamente, era joven, mis piernas no eran de mal ver (ya que en esa época todavía hacia deporte).

Al regresar a mi casa, me di cuenta que si realmente quieres salir hermosamente vestida y, que no te encuentres en situaciones que expongan tu integridad, lo mejor es ir a lugares concurridos e ir vestida como las demás personas que asisten a ese lugar. En la zona Rosa no me “peló” nadie, esto se debió a que las chicas que andaban ahí, iban vestidas más o menos como yo, en cambio en el Centro de la Ciudad, todo lo contrario, iba vestida para que todos mundo se fijara en mi. A partir de esta experiencia, el resto de mis salidas fueron a lugares concurridos y vestida como una chica cualquiera.
Claro que eso es lo que me gusta y persigo yo, ser confundida como una mujer y quienes se den cuenta, no se interesen y se vayan, o las que me echen porras, como lo que me pasó al pagar en un Samborns. Otras chicas buscan otras cosas ademá de ser confundidas como una mujer...
Ya les contaré esa anécdota, por lo pronto les mando un gran beso tronador y un abrazo de Oso.