viernes, 20 de octubre de 2017

A Donde Ir y Como Vestir para Disfrutar Nuestra Feminidad



Durante todo este tiempo que he estado en “facebook”, he visto como el movimiento LGBT ha ido tomando fuerza, pero no como grupo de “choque” que quiere tomar sus derechos por la fuerza, sino poco a poco, estos grupos han ido concientizando a la sociedad, incluidas las autoridades de los diferentes niveles, claro, apenas es el inicio, pues no faltan las terribles noticias de los feminicidios de nuestras compañeras, pero es un hecho que ya ha cambiado la sociedad, al menos desde mi punto de vista. Ahora cuando entro a un restaurante en zonas comerciales (centro de la Cd, zona rosa, CU, la zona del Chopo, etc.) me tratan como a una mujer común y corriente, claro, mi intención es precisamente esa, mezclarme entre la gente y ser una mujer más entre todas ella… Por supuesto, siempre hay algo que se nos escapa y alguna persona perspicaz, se sospecha y, más nos escudriña hasta que concluye en nuestra naturaleza y con eso, se quedan conformes y dan media vuelta para atender otros asuntos (antiguamente, lo que hubiera pasado, es que hubieran arremetido contra nosotras). Antiguamente, cuando salía, era tal mi miedo que me descubrieran, que trataba de ir por la noche y por lugares solitarios y más o menos obscuros, veía una persona que se me acercaba y le daba la vuelta, pasaba alguien frente a mi y, volteaba la cabeza, y así, comportamiento totalmente tonto. 
Les platico lo que me pasó por seguir esta práctica de andar por lo obscurito y solitario. Esto me ocurrió un verano de 1975, ya trabajaba y podía darme el lujo de comprarme mi ropa y zapatos, así como pelucas, incluso compré mi primer auto, un Renol 12 color mamey.


Mi primer auto


Recuerdo que fui a la calle de Correo Mayor a comprarme un conjunto de blusa y falda, lo encontré, era negro con estampado de lunares blancos, La falda era amplia y llegaba por arriba de la rodilla, la blusa era sin mangas. Compré unos zapatos negros de unos 9  cm de alto del tacón. Pasé al Aurrera de Av. Universidad y compré dos juegos de ropa interior, uno rosa y otro blanco. Me compré por primera vez un bolso, era negro con la forma clásica de los bolsos de los años cincuenta. La peluca que compré se llamaba Angélica María, me encantó,
Así era mi peluca, hermosa
pues era espectacular. Lo bueno de esta peluca es que no era necesario llevarlas al salaron de belleza para peinarlas, fueron las primeras pelucas con forma permanente, sí había que pasarles un cepillo, pero nada más.
Llegó el día de arreglarme y salir, fue un sábado, mi lugar para arreglarme, fue el departamento de mi amiga Tina, ella se había ido con mi hermano a la casa de mis papas, o sea, el departamento era para mi solita. Obviamente había comprado mi juego de maquillaje y, de alguna forma del ver tanto a mi amiga Tina como se maquillaba, traté de hacerlo como ella. Me puse mi labial rojo como siempre me ha gustado, agarre mi bolso y salí. Bajé las escaleras como otras ocaciones y, parecía que siempre que salía de ese departamento vestida hermosamente, me encontré a unos vecinos subiendo las escaleras, como eran dos muchachos, inmediatamente se hicieron a un lado para que yo pudiera pasar, con mi miedo, inmediatamente bajé la cabeza para que no me vieran la cara y me descubrieran. Ya en la calle, me subí a mi auto y me dirigía al centro de la cuidad, quería ir caminado por San
Más o menos así era mi falda.
Juan de Letrán, ya que ahí había uno señores tomando fotos a los transeúntes, dejé mi auto entre las calles José María Marroquí  casi esquina con ayuntamiento. De ahí me fui caminando por Marroquí hasta llegar Victoria. Ya eran pasaditas de las 8 de la noche (en esos años el centro lo cerraban a ls 8 de la noche), ya casi todas las tiendas había cerrado, por ser sábado, quedaba poca gente en las calles. Eso era lo que yo quería, que no hubiera gente para que no me vieran… 


Al empezar a caminar, me sentí feliz, pues no veía a ninguna persona, mi toc, toc de mis zapatos me embriagaba de felicidad, en eso veo que viene un hombre caminando hacia mi, al verlo, vi que iba bien vestido, de traje y corbata, en esa época una persona vestida de esa forma, se pensaba que era decente. Entonces me dije a mis adentros, no pasará nada, simplemente no lo veo a los ojos y cada quién por su camino. Cuando estábamos a punto de cruzarnos, desvió su camino hacía mi, se acercó a mi oído y me dijo: “Yo me como este Biscocho” y siguió su camino.



Este señor fue tan rápido que ni siquiera me dio tiempo de sobresaltarme, seguí caminando pero a una cuadra de distancia de que me -biscocharan- me entró el miedo, pero lo pude controlar, seguí caminando dos calles más hasta llegara Independencia, ahí di vuelta en dirección de San Juan de Letrán, pensando en encontrar a los fotógrafos.






La calle estaba prácticamente sola, solo se veía la luz de una tienda de juguetes que se encontraba en la esquina de Independencia y López, estaba un muchacho empezando a bajar la cortina de la entrada de la tienda, al llegar a la esquina decidí cruzar en diagonal a la banqueta (acera) de enfrente, para no pasar cerca de este muchacho. Al ir cruzando la calle, oí que el muchacho le dijo a otro, ven mira que chica tan hermosa,  en eso volteé a verlos, me vieron la cara y regresé mi cabeza, entonces el muchacho que no había visto le dijo al otro, creo que es hombre, el otro le replicó, cómo va ser, mírala que hermoso cuerpo… después ya no alcancé a oír que decían. Pero me quedé pensando que si las personas se me quedaban viendo un momento, podían darse cuenta de mi naturaleza. Pero por otro lado, pensé que las opiniones de estos dos muchachos estuvieron divididas, o sea, uno de ellos vio a una mujer que le gustó…


En eso, llegué a San Juan de Letrán, todavía había un poco de tráfico vehicular, pero por las banquetas ya muy pocos gente, obviamente los chicos que toman fotos a los  transeúntes ya no estaban… Así es que decidí irme caminando por San Juan de Letrán hasta llegar a Arcos de Belén de ahí, a la Av. del Buen Tono (en esa calle nací, en una vecindad que ahora es un estacionamiento) y subir hasta Ayuntamiento y llegar a Marroquí para subirme a mi auto.   Pero cuando iba caminado por San Juan de Letrán, casi al llegar a la calle de Victoria, vi a tres niños (de unos 12 años) que estaban aconsejándose, los pasé y de repente veo a uno de ellos que caminaba a mi lado, no pensé nada malo, pero súbitamente sentí una mano agarrando mi pecho, rápido di un golpe en su brazo, pero lo sacó antes de acertar el golpe, así es que apenas si lo toqué, corriendo fue con los otros dos niños y se metieron a un zaguán, obviamente no fui tras ellos, pero me sentí impotente y extremadamente vulnerable. Ya no fui hasta Arcos de Belén como había planeado, me di vuelta en Ayuntamiento y caminé lo más rápido a Marroquí para subirme a mi auto, toda vía al pasar por la esquina de Dolores había unos jóvenes jugando rayuela, al verme solo me chiflaron y gritaron frases ofensivas, yo ya estaba muy nerviosa, solo aceleré lo más posible mi paso. Al entrar a mi auto, sentí un alivio, pero estaba tan alterada que me quedé como 15 minutos sin hacer nada, obviamente cerré las portezuelas con los seguros.


Ya calmada, y que realmente no ma había pasado nada malo, decidí ir a la zona rosa, salí hacia San Juan de Letrán para tomar la Av. Arcos de Belén y dirigirme a Av. Chapultepec. Al llegar a la estación del metro Chapultepec, estacioné mi auto en una de las calles cercanas al metro. Me bajé, había mucha más gente que en el Centro, empecé a caminar, temerosa de que había mucha gente, pero rápido me di cuenta que nadie me “pelaba”, eso hizo que me fuera hacía las calles de la zona rosa y, ¡Oh! Maravilla, nadie se preocupaba por mi, todo mundo en sus asuntos, entre más me acercaba a la zona rosa, más gente había y mucho menos me hacían caso. Solo ocurrió que unas personas que estaban haciendo cola para entrar a un centro nocturno, al pasar yo, me dieron un pequeño  empujón, rápido se voltearon las chicas y los chicos para disculparse haciéndose a un lado para que pasara, yo solo sonreí los miré y seguí caminando, todos ellos regresaron a lo que estaban haciendo, no oí ninguna alusión sobre mi.
Desgraciadamente no pude encontrar un lugar donde me tomaran una fotografía, pues estoy casi segura que me veía extraordinariamente, era joven, mis piernas no eran de mal ver (ya que en esa época todavía hacia deporte).

Al regresar a mi casa, me di cuenta que si realmente quieres salir hermosamente vestida y, que no te encuentres en situaciones que expongan tu integridad, lo mejor es ir a lugares concurridos e ir vestida como las demás personas que asisten a ese lugar. En la zona Rosa no me “peló” nadie, esto se debió a que las chicas que andaban ahí, iban vestidas más o menos como yo, en cambio en el Centro de la Ciudad, todo lo contrario, iba vestida para que todos mundo se fijara en mi. A partir de esta experiencia, el resto de mis salidas fueron a lugares concurridos y vestida como una chica cualquiera.
Claro que eso es lo que me gusta y persigo yo, ser confundida como una mujer y quienes se den cuenta, no se interesen y se vayan, o las que me echen porras, como lo que me pasó al pagar en un Samborns. Otras chicas buscan otras cosas ademá de ser confundidas como una mujer...
Ya les contaré esa anécdota, por lo pronto les mando un gran beso tronador y un abrazo de Oso.