viernes, 3 de noviembre de 2017

Un Problema de Pantimedias.


Hola Amigas

Todo esto pasó el la tarde casi anocheciendo del 25 de septiembre del 2013
Pasaba por los pasillos de una de las tantas plazas comerciales de la metrópoli, cuando vi un carrito con mercadería Hindú. Me paré a ver de cerca la mercadería, y vi el tipo de maquillaje que usan las hindúes para sus ojos, siempre me ha gustado el maquillaje hindú, es muy contrastante, claro una sabe que le queda y que no, en mi caso es difícil ese tipo de maquillaje de ojos, por la forma de mis ojos. Pero me atreví a comprar un lápiz y un rímel, hechos con los ingredientes Indus.



El vendedor me recomendó que el rímel primero se pone en la parte superior de las pestañas de arriba a bajo, yo hice una cara de extrañeza, entonces él insistió que  así lo debía de hacer. Agregó, después lo hace como se acostumbra, de abajo hacia arriba, vera usted que quedarán muy bien las pestañas.  Pase por mi peluca que la había mandando peonar.

Al llegar a la casa empecé a arreglarme, seguí al pie de la letra las instrucciones del vendedor Hindú, y Oh! Maravilla, mis pestañas se agrandaron y se rizaron hacia arriba, toda vía no entiendo la razón de este efecto, pero me gustó mucho como quedaron mis ojos.

Terminé de maquillarme y empecé a vestirme, me puse mi corsette y encima mis pantimedias, después mi blusa y mi falda, finalmente mis zapatillas favoritas, con ellas puedo caminar y caminar sin sentir ningún cansancio.

Al fin quedé más o menos a mi gusto, en general me gusta maquillarme de forma ligera. Me puse mi falda de rayas negras y color perla. Me puse una blusa negra con un adorno al frente. Me puse mi perfume “Tresor” de Lamcome.

Le hable por teléfono a un amigo para saber que camino seguiría al centro de la ciudad, pues había decidido ir a caminar al Centro Histórico y después ir a cenar al Samborns de los Azulejos. En cuanto supo mi amigo que es lo que quería hacer, inmediatamente me dijo que no lo hiciera, pues el Centro Histórico estaba completamente desquiciado por las marchas de los maestros. Entones mi decisión fue irme, al sur de la Ciudad de México, decidí ir a comer a un restaurante Italiano que se encuentra a media cuadra de Liverpool de Insurgentes.



Me subí a mi auto, y gracias a que puedo viajar por la parte superior de periférico, llegué como a las 6 de la tarde, a esa hora ya mi pancita me pedía a gritos que le echara un poco de comida. Quiero aclarar que a mi no me gusta entrar a baños públicos, no tanto por la cuestión de higiene, pues en los restaurantes están limpios, sino por miedo a que me saquen del baño por darse cuenta que no soy una mujer real, por esta razón, el día que voy a salir, no tomo ni bebo nada desde que me paro en la mañana, para asegurar no tener que ir al baño en el día.
Soy una niña totalmente Lancome


Esto siempre me ha funcionado muy bien. Al fin llegué a la zona de Liverpool, decidí entrar a su estacionamiento, logré encontrar lugar en el tercer piso. Salí de auto, lo cerré y empecé a caminar, de repente sentí algo raro entre mis glúteos y mis piernas, era la pantimedia que se me había resbalado, rápido regresé al auto para arreglar el problema.  Pensé que había quedado resuelto, así es que volví a salir y me encaminé al elevador. Como hace mucho que no iba a ese Liverpool, no me acordaba como se conectaba ese estacionamiento con la tienda. Bajé hasta el sótano, y empecé a caminar para encontrar una puerta o las escaleras automáticas para subir al primer piso y poder pasar a la tienda. Después de recorrer casi todo el sótano, al fin encontré las escaleras, al ir subiendo nuevamente sentí que mis pantimedias se bajaban. Entonces me di cuenta que este problema no se solucionaba con subirlas, pues mi error fue ponerlas por arriba del corset y como era tela muy liza, las pantimedias se iban resbalando. Al fin llegue al primer piso de la tienda, rápidamente me dirigí al restaurante, para sentarme antes que se cayeran completamente las pantimedias. Al llegar al restaurante, la hoster me dio la bienvenida, la saludé y le sonreí, entonces me preguntó cuantas personas, le dije una y me quede parada esperando a que ella pasara, pero vi que ella se quedó parada también, así pasaron unos 10 segundos, no nos movíamos, entonces ella hizo el ademán con la mano que yo pasara, entonces reaccioné que yo era una chica y además, la clienta, así es que rápido di el paso para entrar  empecé a caminar hasta que llegamos a mi mesa. Inmediatamente me llevaron la carta y pedí de comer,
Soy una niña totalmente Lancome

una lasaña clásica. La única solución que le vi a mi problema de las pantimedias, era quitármelas, pero ¿en donde podía quitármelas? Traté de hacerlo en la mesa, pero me di cuenta que el mantel no cubría completamente la parte baja de la mesa y, enfrente de mi estaban dos chicas platicando, o sea que si trataba de quitármelas, de seguro se darían cuenta. Pues ni moda, decidí ir al baño (en general no me gusta ir a los baños de damas, para evitar cualquier problema), me paré y bajé unos escalones, en eso me preguntó un mesero que deseaba, le sonreí y le pregunté por el baño, inmediatamente me señaló donde estaba diciéndome, allá esta el baño para damas, di las gracias y me dirigí a él. Al entrar al baño, puse el seguro y rápido me quité las pantimedias y las guardé en mi bolso, me lavé las manos me arreglé un poco, quité el seguro abrí la puerta, en eso estaba una señora esperando, le sonreí y me devolvió la sonrisa. Calmadamente me dirigí a mi esa, ya estaba ahí la carta, pasé un buen rato escogiendo, no me decidía entre una carne a la parmesana y la típica lasaña. Me decidí por la lasaña, llegó el mesero, un chico de buen ver, y con una sonrisa me preguntó ¿Ya decidió Ud señora? (realmente cuando se dirigen a mi como señora, señorita o dama, me siento en las nubes y más me siento mujer, se me olvida que soy un chico con faldas y un poco de maquillaje), sí jóven, quiero la lasaña-- ¿y de tomar señora? Un vaso de vino de la casa por favor, con gusto señora.
En el baño de damas quitándome las pantimedias.
Pasaron como 15 minutos y me trajeron mi lasaña. Ya me había tomado mi copa de vino, así es que pedí otra. Comí lentamente para disfrutar mi paseo. Pasaron dos comensales frente a mi, ambos señores me sonrieron y se fueron a su mesa. Para ese momento yo ya estaba completamente relajada y disfrutando todo. Me llamó la atención que tanto las señoras que estaban frente a mi, como los señores que entraron después de mi, no vi en ningun momento que se quedaran “cuchichando” como me ha ocurrido en otras ocasiones, cuando nuestras miradas se cruzaban, solo sonreíamos mutuamente. Ya no me importaba si se daban cuenta que realmente no era una Chica, todos me habían tratado como tal, así es que yo, feliz.  Terminé de comer, pedí la cuenta y pague. Al pararme de mi asiento, el mesero me ayudó, siempre me agrada que los caballeros tengan atenciones hacia mi. 

Al salir a la calle, sentí una sensación diferente en mis piernas, pues ahora estaban expuestas al viento, pues ya no traía mis pantimedias. Me sentí feliz y empecé a caminar hacia Liverpool sintiendo esa brisa de aire entre mis piernas.
Siempre que ando en la calle, me entra el temor de que inmediatamente las personas que me ven, se dan cuenta que no soy una chica. Pero ese temor se mezcla con el deseo de de seguir adelante, sintiendo esa sensación de traer falda y oyendo el toc, toc que hacen los zapatos contra el cemento de la banqueta.

Al fin llegue a Liverpool, me tomé una foto, ya era prácticamente de noche, solo se veía la luz de día detrás del cerro del Ajusco.
Enla fuente de la entrada principal de Liverpool.



Entré para ir al estacionamiento. Al pasar por la zona de los perfumes, una amable dependienta me ofreció una muestra de un perfume, obviamente perfume de mujer.
Ella en ningún momento hizo algún gesto de ver algo raro en mi, siempre con una sonrisa. Seguí caminando hacia las escaleras automáticas para ir al sótano y  tomar el elevador.


Dentro del elevador.
Las personas empezaban a irse y, obviamente habíamos varias personas esperando el elevador. Al abrirse la puerta, un señor me dejó pasar primero, al entrar vi mi reflejo en los espejos del elevador y, sinceramente lo que vi, me agradó mucho, vi a una mujer, no a un hombre disfrazado de mujer. Eso me puso una enorme sonrisa en mi cara, llegamos al tercer piso y nuevamente los señores me dejaron pasar primero. Me dirigí a mi coche, me cerciore de que no había nadie, y me tomé una foto junto al auto.


Me subí a mi auto, de repente me doy cuenta que no hice el pago del estacionamiento, así es que regresé para pagar y poder salir de Liverpool.

Finalmente me subí a mi auto, quise ir al cine, pero el tráfico estaba de miedo, así es que me enfilé a mi casa, tardé en llegar casi tres hora, que cuando está el tránsito normal, tardo una hora y media, en fin son los gage de vivir en la gran ciudad, lo bueno es que yo solo voy de vez en cuando... Así es que no estoy neurótica cuando manejo...

Ya en casa, modelando antes de tomar un cafecito con mi mami.





Gracias por haber leído esta historia.

Les mando un beso tronador y un abrazo de Oso.

Su amiga






Fernanda
Publicadas por Fernanda del Mar a la/s 13:44 No hay comentarios.:
Enviar esto por correo electrónico
BlogThis!
Compartir en Twitter
Compartir en Faceb